El plan de Dios: Compartiendo el fuego—Rocío Ramírez el plan

En RICA, Rito de Iniciación Cristiana para Adultos, tenemos una gran oportunidad para la conversión de por vida; vemos la formación como una relación saludable con Dios. Ėl está constantemente creciendo en nosotros. Rocío Ramírez, feligresa de Santa María del Monte Carmelo en Long Prairie, y candidata a la Confirmación, cuenta su historia de conversión continua.

“Me bautizaron de bebé, pero no puede hacer otros sacramentos porque nos mudamos de casa constantemente, mi mamá dejó a mi padre por ser un hombre que la abusaba físicamente. Mi mamá siempre buscaba trabajo para apoyar a nuestra familia. Cuando tenía siete años, vivimos en el estado de Washington, ahí comencé la preparación para la mi Primera Comunión, pero durante el verano, la maestra que daba la formación en la iglesia y su familia murieron en un terrible accidente automovilístico en México y no regresaron a la parroquia. La mala noticia junto con tener que movernos de nuevo, me impidió terminar la preparación.

Rocío Ramírez y Jenna Miller pasan tiempo juntas enseñando confirmaciónes en la Iglesia de Our Lady of Mount Carmel en Long Prairie.

Cuando tenía 11 años, mi familia se mudó a vivir a Melrose, MN., fue un cambio difícil, porque mi mamá trabajaba todo el tiempo en una lechería. Casi no solíamos ir a misa, sin embargo mi mamá siempre hablaba de Dios y nos decía que Dios siempre quiere que seamos buenas personas.

A los 14 años tratando de encontrar el amor verdadero tuve un novio, decidimos vivir juntos, mi mamá estaba en contra pero me fui a vivir con él pensado que él era el hombre para mí. Todo comenzó bien pero después fue abusivo física y verbalmente. Me embaracé, al cuarto mes de embarazo perdí a mi bebé. Me sentía terriblemente mal, el abuso seguía. Recuerdo haber pensado que Dios no existía porque dejaba pasar todo esto. Pero un día me dije a mi misma, “Dios no me tiene aquí a la fuerza”, entonces tomé la decisión de dejarlo y lo hice con la fuerza que me estaba dando Dios.

Regresé a casa con mi mamá y a la escuela y sentía que por fin estaba bien conmigo misma.

Conocí a quien sería mi futuro esposo Héctor Ramírez a los 16 años por mutuos amigos, y empezamos una relación. Me mudé a vivir con él en Long Praire, solíamos ir a misa pero siempre era un poco incómodo estar en la iglesia como pareja no casada. Durante siete años Héctor y yo solíamos pensar en que sí, algún día nos casaríamos pero no tomábamos la decisión de cuando casarnos, por no saber lo que era el matrimonio.

Al mismo tiempo yo estaba perdida en mi fe, tenía sueños muy raros de gente que ya había fallecido y me daba miedo, recuerdo que la idea de la muerte era algo espantoso para mí. Empecé a ir con una amiga que era Testigo de Jehová a sus reuniones, cuando iba a las reuniones sentía que algo me faltaba y no me sentía bien.

Tres meses antes que Héctor y yo nos casáramos el padre Omar Guánchez nos invitó a asistir a un retiro de parejas, esto como parte de la preparación para el matrimonio, aprendimos mucho sobre nosotros mismos como pareja, como amarnos y comprendernos, pero también sobre otros temas, fue muy hermoso. Héctor y yo nos casamos en Octubre diez del 2014, desde ese día hemos crecido mucho en nuestra relación coma pareja, ese día hice mi primera comunión, pero me faltaba la Confirmación.

He sido parte de los retiros de Koinonia, estos han tenido un gran impacto en mi vida, mi primer Koinonia fue en Febrero 27 del 2015 un retiro inolvidable. Mi buena amiga Maribel ya me lo había dicho que sería una experiencia inolvidable y lo fue. Después de ir recuerdo que le dije, “siento que yo puedo con el mundo”. Después de ir sentí que esto era lo que quería saber de mi fe. Reconocí que para cambiar el mundo tenía que empezar por mí misma.

En el 2017 hice mi primer retiro de Trigo y comencé a darme cuenta de lo importante que es servir a los demás en la fe. Empecé a traer otras personas a los retiros, quería que ellos también sintieran el fuego y lo bello que es estar cerca de Dios.

En cada retiro, un mal hábito de mi vida se quitaba y uno mejor lo reemplazaba. Escuché sobre, Láudate Si con Amy la persona que me formó, preparó y apoyó para mi Confirmación. Ahora mi manera favorita de usar mi teléfono es usarlo para aprender de los santos y los versos de la Biblia. También pasar tiempo con mi familia, y ayudar a otros a aprender sobre nuestra fe católica.

Asistí a un retiro, que me ayudó a hacer una confesión de conciencia, me preparé durante 6 meses para esta confesión donde dije, “ Dios ésta es mi vida y quiero que la limpies y borres de ella todo lo malo”.

Una compañera de trabajo me animó a ayudar en la iglesia. Le pedí a Dios una señal, empecé a soñar que estaba ayudando en la escuela con los jóvenes. Y bueno me ofrecí a ser una líder de grupo para la clase de Confirmación y al mismo tiempo prepárame yo también en RICA, donde he aprendido bastante sobre mi fe. Quiero ser yo, esa persona que ayude a los jóvenes cuando piensen que no hay salida. Sé que Dios usa mi quebrantamiento para ayudar a los demás.”

CADA VEZ MÁS CERCA DE DIOS
(Jenna Miller escribe)

La historia de La Mujer Samaritana en el pozo en Juan 4: 4-42 me hace pensar en cómo la conversión es un proceso. Dios generalmente atrae a alguien paso a paso hacia una mayor compañía con Él, hacia una mayor santidad. Como maestra de RICA, (Rito de Iniciación Cristiana para Adultos) y coordinadora de la preparación sacramental, tengo el don de ver éste proceso de conversión en la vida de muchas personas, incluida Rocío.

Una de las cosas principales sobre la historia bíblica de la mujer samaritana es el efecto de la presencia divina en el corazón humano: poco a poco, el corazón se vuelve más suave y receptivo, ya que está en contacto con Dios. No sucede todo de una vez.

Cuando Jesús habla con la mujer samaritana, primero hablan de cosas prácticas: tomar un trago de agua. La mujer samaritana plantea algunos desafíos, que Jesús usa para revelar cosas sobre sí mismo a la mujer, incluso ser el “agua viva” que brinda verdadera satisfacción.

Es cuando la mujer samaritana expresa su humildad al admitir sus errores pasados (“No tengo marido”) cuando se vuelve más abierta a preguntas más importantes que tomar un trago de agua: adoración, verdad y el Mesías. Pronto su esperanza es casi palpable, y comienza a difundir las Buenas Nuevas a otros, que también reconocen a Jesús como Salvador.

Siempre encuentro nuevas personas que necesitan los sacramentos de la Iglesia. Cada uno de ellos tiene una historia única que los ha llevado al punto de reconocer su necesidad de la gracia que Dios da a través de la Iglesia. Fue así para Rocío. Dios estaba agitando su corazón desde una edad temprana. Ciertos eventos en su familia, desafíos y elecciones equivocadas desviaron su preparación sacramental. Cuando ella comenzó a responder a Dios llamándola, Él la llevó a través de pasos para que su vida la acercaran a Él.

Dios le ha hablado a Rocío y al corazón de su marido para llevar a cabo el sacramento del matrimonio. La preparación de su compromiso les trajo el ejemplo de otras parejas que buscan la bendición de Dios. Una buena amiga animó a Rocío a ser parte de un retiro de Koinonia. Ese retiro, y otros por venir, fueron un comienzo rápido para la conversión en otras áreas de su vida, brindándole conocimiento, fuerza y coraje para avanzar hacia Dios y alejarse de cosas menos satisfactorias como posesiones materiales y tiempo excesivo de medios / teléfono. Pensó más en acercar a los demás a Dios, y descubrió que al servir con amor, su fe también crece.

Cuando Rocío reciba la Confirmación a finales de esta primavera, ella ya sabe que no se habrá “graduado” a un lugar en la fe donde ya no haya necesidad de conversión. Ella lo sabe porque cada paso de su viaje de fe ya ha involucrado el crecer más acercándose a Dios y su Iglesia, paso a paso.

Historia de Jenna Miller.

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Author: The Central Minnesota Catholic

The Central Minnesota Catholic is the magazine for the Diocese of St. Cloud.

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