El padre Omar Guanchez se dirige a la multitud durante su homilía el 4 de junio en el campamento de inmigrantes en Brooten.

Las parroquias del área de Brooten dan la bienvenida a los migrantes, y sus familias con los brazos abiertos

Los trabajadores migrantes desempeñan un papel vital en la economía y han estado viajando desde el sur de los Estados Unidos para trabajar durante la temporada de cosechas en Minnesota durante muchos años.

Aunque los trabajadores están muy extendidos, hay muchos, entre ellos Juan y Verónica Hernández, que hacen su hogar temporal en un campamento de inmigrantes en las afueras de Brooten. El campamento se compone de unas 40 casitas, y en el transcurso de una temporada alberga a unas 400 personas.

Las parroquias del área de Brooten dan la bienvenida a los migrantes, y sus familias con los brazos abiertos.

Juan y Veronica Hernández viajan de Texas a Brooten cada año para trabajar durante la temporada de crecimiento.
Juan y Veronica Hernández viajan de Texas a Brooten cada año para trabajar durante la temporada de crecimiento.  (Dianne Towalski/The Central Minnesota Catholic)

Cuando tenía 15 años, Juan Hernández viajó con su familia desde su hogar en Edinburg, Texas, a Brooten para trabajar en los campos durante las temporadas de siembra y cosecha. Durante muchos años, emigró desde el sur varios meses del año. En 1997, conoció a su esposa, Verónica, quien también era trabajadora migratoria de Texas y trabajaba en una granja de papas cerca de Monticello, Minnesota. La pareja ahora tiene su hogar en Texas, pero el trabajo en las cosechas en la tierra de Minnesota los ha vuelto a llamar primavera tras primavera.

Este año, debido a los muchos desafíos que enfrentan los trabajadores migrantes: pagar dos conjuntos de cuentas, la posibilidad de robo y daño a su hogar mientras están fuera, llevar a los niños sacarlos de la escuela, inscribirlos en una nueva para los cursos de verano y dejar atrás a familiares y amigos, tomaron la decisión de no volver por el trabajo de temporada. Sin embargo, su hijo mayor les instó a reconsiderar. A los 17 años, finalmente él tenía la edad suficiente para conducir maquinaria agrícola pesada en los campos.

Así que, por otra primavera, Juan y Verónica y sus tres hijos, de 13, 15 y 17 años,  regresaron a Brooten para la temporada agrícola 2019. Su hija mayor se quedó en Texas.

Mientras se encuentra en Minnesota, Juan trabaja como supervisor de temporada en Lakeside Foods, Inc., una planta de empaque de vegetales. También se ha desempeñado como intérprete bilingüe y, en Texas, trabajó en la industria petrolera. Verónica es defensora de la familia y reclutadora de la escuela para migrantes en Brooten, que sirve a los niños de los muchos trabajadores migrantes que se mudan al área cada primavera.

Se hacen nuevos amigos en la misa del 4 de Junio en Brooten.
Se hacen nuevos amigos en la misa del 4 de Junio en Brooten. (Dianne Towalski/The Central Minnesota Catholic)

La gente de la parroquia St. Donatus en Brooten y sus parroquias vecinas recientemente renovaron sus esfuerzos para dar la bienvenida a las familias migrantes y para fortalecer el ministerio Hispano / Latino en el área durante todo el año. El 4 de Junio, las  comunidades se reunieron en el campamento para celebrar la misa con el obispo Donald Kettler y otros sacerdotes, disfrutar de una comida compartida e intercambiar historias. Una segunda misa y comida tuvo lugar el 7 de Julio.

“Disfrutamos mucho la misa y la comida”, dijo Juan. “Fue agradable que la comunidad se uniera y conocieran a algunas personas de la zona”.

“Nos hizo sentir más como en casa, bienvenidos”, agregó Verónica.

A principios de la década de 1990, el padre Tony Kroll se desempeñó como sacerdote en Brooten. Cuando acababa de regresar del ministerio en Venezuela, el Padre Kroll estaba ansioso por conocer a las familias migrantes, muchas de las cuales eran de origen  Hispano / Latino.

Una de las cosas que hizo fue enseñar a los niños a pescar. También manejaba su auto alrededor del campamento invitando a las personas y familias a que asistieran a la misa. Lo más destacado para él fue un juego de softbol que incluyó a personas del campamento así como a gente de la ciudad.

“Fue algo muy positivo”, recordó. “Uno de los Texanos trajo frijoles calientes. Había una mujer mayor, residente de Brooten, que vino y se comió los frijoles calientes. Después de ese día, ella fue a la ciudad contándoles a todos lo buenos que eran esos frijoles calientes. Ella hizo más por la integración y la bienvenida a los migrantes que nadie. Eso es lo que necesitamos hoy: las personas que están dispuestas a salir de su zona de confort y hacer amigos con personas que son diferentes a ellas. Creo que eso es lo que está sucediendo en Brooten ahora”.

Cuando Bob Leukam comenzó a trabajar en la parroquia de Brooten como gerente de negocios el otoño pasado, quería conocer toda el área, y eso incluía a las personas en el campamento de migrantes. En varias ocasiones, pasaba tiempo jugando kickball o basketball con los niños y conociendo a las familias.

“Lo que Jesús nos enseñó a hacer es invitar a todos a la Eucaristía”, dijo. “Ese es nuestro deber. Eso es la mayordomía. Eso es evangelizar, invitar a tu prójimo a venir a misa contigo y celebrar la Eucaristía contigo. Por eso estoy aquí … debido a ese sentimiento en mi corazón de invitar a la gente a la Eucaristía. Todas nuestras iglesias necesitan más gente. Y si la gente está allí, entonces todo lo que necesitan es una invitación”.

“Creo que a veces hay un complejo de ‘nosotros’ y ‘ellos’ por ahí. Y no es solo para aquellos que hablan Español. Es cualquier minoría. Son los pobres. El discapacitado. Es alguien que no es como nosotros. Mi misión en la vida es deshacerme de “nosotros” y “ellos”, y hacer que sea solo “nosotros”.

El padre Omar Guanchez se dirige a la multitud durante su homilía el 4 de junio en el campamento de inmigrantes en Brooten.
El padre Omar Guanchez se dirige a la multitud durante su homilía el 4 de junio en el campamento de inmigrantes
en Brooten. (Dianne Towalski/The Central Minnesota Catholic)

Leukam recientemente ofreció una clase de bautismo a una de las familias migrantes, quienes luego bautizaron a su hijo. También tiene previsto organizar un estudio bíblico con los jóvenes y enseñarles sobre el rosario con la ayuda de Arturo Salgado, miembro de la parroquia St. Mary en Melrose. Salgado completó recientemente un curso de dos años sobre formación de líderes laicos a través del Instituto de Liderazgo Pastoral de la Universidad de Santa María del Lago (Seminario Mundelein) en la Arquidiócesis de Chicago.

“Cada persona bautizada tiene como misión llevar la Palabra de Dios a cada criatura; “Es un mandato que Jesús nos dio para ir por todo el mundo y hacer discípulos a todos los pueblos”, dijo Salgado. “Es por eso que es necesario acompañar a nuestros hermanos y hermanas migrantes para continuar perseverando en el conocimiento de la Palabra de Dios y en la práctica de los sacramentos de la Iglesia.

[perfectpullquote align=”left” bordertop=”false” cite=”” link=”” color=”” class=”” size=”16″]“Fue agradable que la comunidad se uniera y 0conocieran a algunas personas de la zona”.[/perfectpullquote]

Leukam recientemente ofreció una clase de bautismo a una de las familias migrantes, quienes luego bautizaron a su hijo. También tiene previsto organizar un estudio bíblico con los jóvenes y enseñarles sobre el rosario con la ayuda de Arturo Salgado, miembro de la parroquia St. Mary, en Melrose, Minnesota. Salgado completó recientemente un curso de dos años sobre formación de líderes laicos a través del Instituto de Liderazgo Pastoral de la Universidad de Santa María del Lago (Seminario Mundelein) en la Arquidiócesis de Chicago.

“Cada persona bautizada tiene como misión llevar la Palabra de Dios a cada criatura; “Es un mandato que Jesús nos dio para ir por todo el mundo y hacer discípulos a todos los pueblos”, dijo Salgado. “Es por eso que es necesario acompañar a nuestros hermanos y hermanas migrantes para continuar perseverando en el conocimiento de la Palabra de Dios y en la práctica de los sacramentos de la Iglesia.

“El Santo Padre Francisco dice que debemos ser una Iglesia con puertas abiertas, nuestro deber como cristianos es recibir y dar la bienvenida al hermano que está en busca del Dios vivo, el Papa Francisco nos invita a salir e Ir a las periferias. El Santo Padre quiere queabandonemos nuestra vida rutinaria y hagamos algo más por la Iglesia, que vayamos donde la gente está buscando ser alimentados con la Palabra de Dios. Tenemos que volver a las actividades que practicaron las primeras comunidades: salir y llevar las buenas nuevas a todas las personas para que puedan conocer la verdad”.

Y sus esfuerzos se extienden más allá del campamento.

“Tenemos una gran población de Hispanos que trabajan en granjas lecheras o en Jennie-O en Willmar, y esas son las personas con las que estoy tratando de comunicarme, porque están aquí 12 meses al año, Leukam dijo”. “Si podemos construir una comunidad con ellos, eso es muy, muy bueno porque podrían formar parte de nuestra parroquia y eso hará que nuestra parroquia sea más fuerte”.

Leukam y Salgado saben que hay más trabajo por hacer.

“Vamos a construir algo grande aquí en la diócesis”, dijo Leukam. “Y no es sólo aquí en Brooten, es en Long Prairie, en Sauk Centre, y Melrose, por mencionar algunos lugares. Hay comunidades Hispanas en toda la diócesis. La Iglesia Católica necesita tener los brazos abiertos, no sobre su pecho.

“Necesitamos nuestros brazos separados, dándoles la bienvenida a las personas, invitando a las personas a unirse y ser parte de la comunidad, a ser parte de la Iglesia”.

“Fue agradable que la comunidad se uniera y 0conocieran a algunas personas de la zona”.

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Author: Kristi Anderson

Kristi Anderson is the editor of The Central Minnesota Catholic Magazine for the Diocese of St. Cloud.

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