Diácono que alguna vez estuvo alejado de Dios, ayuda a jóvenes y familias a encontrar la gracia de los sacramentos

John Wocken fue ordenado al diaconado permanente en 2011. El diácono John sirve en las parroquias de Catedral de St. Mary, St. Augustine y St. John Cantius en St. Cloud. Se jubilará este año de la enseñanza después de 31 años de servicio como maestro de educación primaria, sus últimos años ha sido maestro de segundo grado en la escuela de St. Katharine Drexel en St. Cloud. El diácono John y su esposa, Laura, tienen cuatro hijos adultos y siete nietos. El será un orador en el evento de lanzamiento de la Diócesis de St. Cloud del Avivamiento Eucarístico Nacional el 18 de Junio en la Catedral de St. Mary. La siguiente entrevista fue editada por su extensión y claridad.

P. ¿Qué le gustaría compartir sobre su viaje espiritual y cómo eventualmente discernió su llamado al diaconado?

Diácono John: Asistí a la Escuela Primaria de St. Mary’s Cathedral cuando era niño. Recuerdo haber ido a la misa dominical con mi padre después de entregar los periódicos por la mañana. Escuchaba las homilías y me preguntaba: “¿Cómo aplico esto a mi vida? No me dicen nada sobre cómo hacer eso”. Cuando llegó el Concilio Vaticano II con sus reformas, como un joven estudiante de escuela primaria, estaba bastante confundido por todos los cambios. Eventualmente me alejé de la Iglesia, probablemente fue durante mis años en la escuela secundaria, durante la preparatoria y algunos años de universidad.

Diácono John Wocken inciensa el altar en la Misa Crismal annual el 7 de Abril en la Catedral de St. Mary en St. Cloud. (foto de Dianne Towalski)

No fue hasta que estaba en el tercer o cuarto año de la universidad que el padre Robert Voigt, que había estado en contacto conmigo, me pidió que considerara ir a un grupo de oración. Pensé que eso no era para mí. Pero él dijo: “Bueno, ¿por qué no lo intentas? Haz unos seis intentos y luego decide si es para ti o no”. En ese momento, terminé la universidad y me preguntaba ¿qué haré con mi vida?, ¿hacia dónde debe ir mi vida? Seguí el consejo del padre Voigt y me uní al grupo de oración de los Santos Ángeles al que asistía mi hermano en St. Cloud.

Perdí la cuenta en algún lugar del camino del número de veces que asistí. Llegué a pensar que, tal vez Dios me estaba diciendo algo acerca de dónde debería estar. Me quedé con el grupo de oración durante varios años y pasé por la renovación carismática en los años 80 y 90. Entonces encontré mi camino de regreso a la Iglesia. Volví a ser activo en la catedral de St Cloud en todos los diversos ministerios. Realmente me sentí guiado a ello. La liturgia me pareció hermosa. Me gustó la música. Me gustaron las palabras de las Plegarias Eucarísticas. Realmente todo me conmovía. La Misa siempre ha sido un alimento para mí.

Después de cierto tiempo, pensé que me gustaría servir como diácono. Era una época en la que la diócesis apenas comenzaba a restablecer el programa del diaconado. Hablé con el obispo y me recordó que, si quería casarme y tener una familia, primero tenía que hacerlo porque no podría hacerlo después de la ordenación. Así que Laura y yo nos casamos en 1983 y empezamos a formar una familia poco después. La llamada al diaconado seguía volviendo a mí y se quedó conmigo probablemente durante más de 25 años. Me convertí en diácono hace 11 años.

P. ¿Cuáles han sido los ministerios en los que ha servido y que recuerda de sus experiencias?

Diácono John: Como parte de los ministerios en los que sirvo en la comunidad católica de área a la que pertenezco, está el trabajo con familias que desean bautizar a sus primogénitos. Dirijo la formación bautismal. Muchos de los padres me han dicho: “Tal vez debería volver yo mismo a la iglesia”. Así que es un buen trampolín para otra preparación sacramental para ellos. Algunos de ellos deciden inscribirse en el Rito de Iniciación Católica (RICA), después de la preparación bautismal.

El diácono John Wocken ayuda al estudiante de segundo grado Wyatt Kleinschmidt con una tarea durante la clase del 26 de abril en la escuela St. Katharine Drexel en St. Cloud. (foto de Dianne Towalski)

Algo que recuerdo de mis años de trabajo en la escuela primaria es irme dando cuenta de que cuando les ofrecía la Comunión a los estudiantes en nuestras liturgias escolares, había algunos niños que se persignaban en lugar de recibir la Comunión, niños que podrían haber sido de cuarto, quinto o sexto grado. Esto me puso a pensar. La escuela, por supuesto, está abierta a todas las denominaciones, lo que podría haber sido un factor para que los estudiantes no tomaran la hostia. Decidí enviar una carta a los padres de familia donde les preguntaba, si alguna vez habían querido bautizar a sus hijos, pero hasta ese día no lo habían logrado y si su esperanza era que, ya que sus hijos estaban en la escuela parroquial pudieran recibir la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación.

Comencé a reunirme con los niños de los padres que respondieron si a mi carta y durante un par de semanas justo después de la escuela yo les ayudaba a comprender de qué se trata el bautismo. Luego me reuní con sus familias a través de mi programa habitual de preparación para el bautismo. Eventualmente, coordinamos el bautismo de niños en las liturgias de nuestra escuela. Pensamos que deberíamos alentarlos a hacer eso en sus comunidades parroquiales, pero muchas veces realmente no tenían una comunidad parroquial de la que se sintieran parte. Se sintieron más parte de nuestra comunidad escolar. Este año, tuvimos cinco personas que se bautizaron durante el año escolar. Todos eran miembros de la parroquia de St. Augustine y fueron bautizadas durante las liturgias regulares del fin de semana en la parroquia.

P. ¿Cómo ha fluido y se relaciona su ministerio de servicio con la Eucaristía? ¿Qué le ha llamado a hacer?

Diácono John: Creo que me ha llamado a salir y predicar el Evangelio, a vivirlo, modelarlo, encarnarlo en mi vida diaria, en la crianza de mi familia, en la educación de los estudiantes de mi escuela. La Eucaristía es alimento en mi camino. Les digo a los estudiantes, cuando los estoy preparando para recibir la Eucaristía, que cuando traen el pan y el vino como ofrenda de ofertorio, que no es solo el pan y el vino lo que será cambiado y transformado, sino también ellos mismos.

Les digo que las personas que traen las ofrendas representan a la comunidad que viene al altar y busca ser cambiada. Lo que ganamos en una liturgia de fin de semana es el alimento que necesitamos para la próxima semana. Luego regresamos arrepentidos y pidiendo la misericordia de Dios la próxima vez que venimos a la iglesia. Y lo intentamos de nuevo. Que en nuestra debilidad humana nos caemos. Y, sin embargo, la Eucaristía nos invita a volver a buscar el perdón de Dios, escuchar su Palabra y salir
de nuevo.

P. ¿Cuáles son sus esperanzas a nivel local para el próximo Avivamiento Eucarístico Nacional?

Diácono John: Espero que la gente pueda tomar la Eucaristía y permitirse participar más plenamente en ella. Espero que cuando todos escuchen que deben salir y proclamar el Evangelio con sus vidas, se sientan obligados a hacerlo. Que, a través de la Eucaristía, las personas se sientan empoderadas para vivir las enseñanzas, vivir las palabras de las Plegarias Eucarísticas y llevarlas al mundo, como sea que puedan hacerlo, ya sea orando por los demás, predicando a los demás o cuidando de unos a otros con más eficacia, más gracia, más generosidad. Mi esperanza es que este avivamiento estimule todo esto.

 

 

Author: The Central Minnesota Catholic

The Central Minnesota Catholic is the magazine for the Diocese of St. Cloud.

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