Octubre es el Mes Mundial de las Misiones.
“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído”. – Hechos 4:20
Cada año, la Iglesia Católica en todo el mundo observa un día especial, el Domingo Mundial de las Misiones, el penúltimo Domingo de Octubre para reconocer, agradecer y apoyar a aquellos que han respondido al llamado de ser misioneros. Ya sea aquí en casa o en el extranjero, es un día en el que los católicos vuelven a comprometerse en su llamado bautismal de difundir el Evangelio a través de la oración, la participación en la vida de la Iglesia y en su vida diaria.
El Papa Francisco escribe: “Recordamos con gratitud a todos aquellos hombres y mujeres que con su testimonio de vida nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordemos especialmente a todos aquellos que decididamente partieron, dejando atrás el hogar y la familia, para llevar el Evangelio a todos aquellos lugares y personas sedientas de su mensaje salvífico”. En honor al Día Mundial de las Misiones y el Mes Mundial de las Misiones, The Central Minnesota Catholic pidió a un grupo de misioneros vinculados a la Diócesis de St. Cloud que reflexionaran brevemente sobre el tema de este año: “No podemos dejar de hablar sobre lo que hemos visto y oído”. Aquí están sus respuestas.
+ En 1926, el Papa Pío XI instituyó el Domingo de las Misiones para toda la Iglesia y la primera colecta mundial del Domingo de las Misiones tuvo lugar en Octubre de 1927. Ese día se celebra en todas las Iglesias locales como la fiesta de la catolicidad y la solidaridad universal. Lea los boletines y busque los sobres en su parroquia para apoyar la colecta del Domingo Mundial de las Misiones que se llevará a cabo en Octubre. Las donaciones también pueden enviarse por correo a la oficina de St. Cloud Mission, 11 8th Ave. S., St. Cloud, MN 56301.
Maryknoll Padre Shaun Crumb — China
Originario de la parroquia Sacrado Corazón, Glenwood
No puedo evitar hablar sobre la increíble fe del pueblo chino. Su fe puede mover montañas. A pesar de los muchos desafíos que enfrentan en su entorno, encuentran formas de compartir las Buenas Nuevas de Cristo al igual que los discípulos. La revelación de Dios nos habla a través de las Escrituras. La fe del pueblo chino es un testimonio de que la Palabra de Dios se vive a través de los sacrificios que han hecho a Dios y a la Iglesia, al igual que los discípulos de la Iglesia primitiva.
A veces damos por sentada nuestra fe en los Estados Unidos, pero los obstáculos en China han hecho a los católicos más fuertes y más dedicados a la misión de la Iglesia. La gente no puede evitar hablar sobre lo que ha visto y oído. Por ejemplo, una amiga mía china sigue invitando a colegas del trabajo a que la acompañen a la misa. Otra persona, que es estudiante universitaria, se hizo católica porque una amiga la llevó a la iglesia. Ahora está estudiando historia para aprender más sobre la Iglesia. Otra persona está ayudando a los niños de una aldea pobre y aplazando la escuela de posgrado durante un año para servir a los demás. Los asistentes diarios a la Misa están orando por la comunidad y la iglesia mundial. Los sacerdotes y las hermanas son discípulos, que abren el camino para que más personas sigan a Cristo y sean testigos de su vida, muerte y resurrección. El pueblo chino continua enseñándome sobre la misión a través de su sacrificio, compromiso y fe.
Tracy Skluzacek — Argentina
Originario de la parroquia de St. Boniface, Cold Spring
Cuando estaba en el último año de la escuela secundaria, me embarqué en mi primer viaje internacional a Homa Bay, Kenia, como delegado en representación de la Diócesis de St. Cloud. Fue mi primera oportunidad de experimentar una cultura completamente diferente y explorar el significado de la solidaridad global. El viaje duró solo dos semanas, pero me impactaría profundamente en los años siguientes.
Poco después de mi experiencia en Kenia, participé en varios proyectos de justicia social como estudiante universitario y recuerdo que me preguntaron: “¿Cómo debería ser el futuro de la misión en un mundocada vez más globalizado?” Pensé, si nuestra misión es crear una verdadera solidaridad global, entonces la construcción de relaciones debe ser la base.
Tenía que implicar vivir juntos, comerse la comida de los demás, escuchar las historias de los demás, atravesar y superar luchas reales juntos y permitir contribuciones mutuas de tiempo, talentos y tesoros. Mi intento de vivir esta misión me llevó a dos años de voluntariado en Nicaragua después de la universidad.
Más recientemente, he estado viviendo en Argentina. A lo largo de todas mis experiencias conociendo gente nueva mientras estoy inmerso en diferentes culturas, sigo reconociendo un patron similar: podemos pensar o hacer las cosas de manera diferente, pero tenemos mucho más en común de lo que creemos. Todos necesitamos comida, agua y refugio; todos queremos una buena educación para nuestros hijos, atención médica para nuestras familias y sociedades justas; todos buscamos el amor y el ser parte de una comunidad.
Al final del día, todos somos hermanos y hermanas unidos en una familia. Compartir con otros a través de las diferentes culturas, nos permite romper los estereotipos que pudimos haber tenido unos de otros. De esa manera podemos reconocer verdaderamente nuestra humanidad común. La construcción de estas relaciones interculturales es vital para comprender cómo contribuir mejor al bienestar de todos.
Se puede seguir a Tracy en su blog en: https://thisworldkeepsspinning.blogspot.com.
Crosier Padre Virgil Petermeier — anteriormente sirvió en Indonesia
La Comunidad Crosier de Onamia, Minnesota, y Phoenix, Arizona
“No podemos dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20).
Virgil
Pedro y Juan hablaron así en un tribunal que les prohibió hablar del Cristo resucitado. Yo también quiero ser testigo del poder de ese mismo Cristo Resucitado que experimenté en las selvas tropicales de Papúa, Indonesia. Por lo tanto, estoy publicando un libro titulado “Encuentro con Dios en una selva tropical: misioneros báculo en Papua Indonesia”.
Desde 1958, los Crosiers fuimos testigos de cómo las tribus papúes renunciaban a varios aspectos de su vida y cultura que empezaron a entender como contradictorios a la presencia y voluntad del Dios de amor. Abandonaron la guerra de clanes y el canibalismo a principios de la década de 1960 en respuesta al Evangelio y los mandamientos de Dios. La presencia pastoral y educativa de misioneros y catequistas, su servicio a los enfermos y sus homilías se convirtieron en vías a través de las cuales el amor poderoso de Cristo Resucitado animó a estas personas a perdonar en lugar de buscar venganza.
Documentos del Vaticano II, como “Ad Gentes” (Actividad Misionera de la Iglesia), nos inspiraron a los misioneros a buscar y descubrir diversas formas de la bondad de Dios presentes en la cultura local durante siglos. El Espíritu de Dios había impulsado a estas personas a compartir alimentos y bienes materiales, un valor primordial de su vida juntos como cazadores y recolectores. Dios había ayudado a estas personas a crear intercambios de alimentos y rituales tradicionales en aras de la reconciliación. Comenzaron a viajar entre pueblos sin miedo a los ataques. Las mujeres y los hombres podían ir a pescar con mentes y corazones tranquilos.
Entonces y ahora, los sacramentos y la evangelización permanente invitan a estas personas a elegir el camino del amor de Cristo como su nueva forma de vida. Espero y oro para que estén siempre abiertos al Espíritu de Cristo Resucitado, ayudándolos a elegir entre influencias buenas y malas de dentro y fuera de sí mismos.