Probablemente la maternidad sea el tema sobre el que más se haya escrito. Dada su importancia y dignidad, es comprensible y está plenamente justificado. Sin embargo, se seguirá escribiendo sobre la maternidad, porque su profundidad es inagotable.
El prestigioso teólogo Hans Urs von Balthasar comienza el tercer volumen de su obra “Exploraciones en Teología” con esta sugerente frase: “El niño pequeño adquiere conciencia de sí mismo cuando recibe el amor de su madre”. Desde un punto de vista biológico, los padres del niño son la causa de su existencia. Pero, según von Balthasar, es la madre quien le transmite la conciencia de que es un ser único.
¿Cómo lo hace? Si se me permite tomar prestada la terminología del “Yo-Tú” de Martin Buber, la madre es el “tú” que, a través de su amor tierno, despierta en el niño el “yo” y lo lleva a la autoconciencia. El niño toma conciencia de que participa en una relación de amor recíproco. El amor de la madre suscita una respuesta que es el amor del niño. Esta respuesta es espontánea: el niño no se detiene a pensar si debe responder con amor o con otra cosa. Su reacción es anterior a cualquier reflexión. Se toca su naturaleza más profunda: la de un ser hecho para amar, creado por un Dios que es amor.
La respuesta del niño es una manifestación pura de su naturaleza. Responde con amor porque el amor que recibe de su madre no es algo que pueda rechazar. Del mismo modo que el sol estimula el crecimiento de las plantas, el amor materno despierta el amor del niño, completando así el vínculo del “Yo-Tú”.
Pero en la relación madre-hijo ocurre algo mucho más profundo. Como señala von Balthasar, el amor de la madre irrumpe como un “relámpago del origen, con un destello tan brillante y pleno que incluye también una revelación de Dios”.
Esto ayuda a comprender una frase a veces atribuida al Papa San Juan Pablo II que dice “un gramo de madre vale más que una tonelada de sacerdotes”.
Dios tiene una relación del tipo “Yo-Tú” con el ser humano. Sin embargo, la respuesta adulta al amor de Dios suele exigir reflexión y decisiones conscientes. En cambio, la respuesta amorosa del niño al amor de su madre es algo que el adulto puede cultivar y desarrollar con el tiempo. Junto con la leche materna, la madre despierta en su hijo un sentido de Dios.
El niño interpreta la sonrisa de su madre y toda su entrega como algo que proviene de otro, y así distingue el “tú” de la madre de su propio “yo”. De este modo, se establece el vínculo de amor recíproco. El niño responde al amor de su madre con su propio amor, y poco a poco empieza a comprender que fue creado para amar. Este es un momento crucial y sagrado en la vida del ser humano. Es su origen y punto de partida. Es más profundamente humanizador que cualquier otra relación humana.
Anne Ridler, poeta británica que durante un tiempo fue secretaria de T.S. Eliot, publicó 11 volúmenes de poesía a lo largo de 50 años. Madre de dos hijos y dos hijas, escribió varios poemas que reflejan una profunda sensibilidad hacia la relación entre madre e hijo. En el poema “Choosing a Name”, expresa con gran belleza ese vínculo madre-hijo al que hace referencia von Balthasar, donde el amor generoso abraza al niño que lo recibe. Una traducción de ese verso se puede leer como:
“Frágil nave, lanzada con un chal como vela, / cuyo espíritu guía mantiene su aguja temblorosa / en equilibrio entre la confianza y el temor, / y mira asombrado al descubrirse vivo; / así es como tú dices ‘yo soy’…”
Como sugiere Ridler, el amor inspira confianza, mientras que su ausencia genera temor. La maternidad es una entrega generosa que suscita una respuesta amorosa que no requiere reflexión, sino que brota directamente del corazón. Es un ejemplo y un modelo que nunca agotaremos del todo, pero que siempre estamos llamados a honrar.
Donald DeMarco es investigador principal en Human Life International, profesor emérito de St. Jerome’s University en Waterloo, Ontario, y profesor adjunto en el Holy Apostles College and Seminary en Cromwell, Connecticut.
En la foto de arriba: Una mujer carga a su hija durante la Misa de apertura de la Vigilia Nacional de Oración por la Vida el 19 de enero de 2023, en la Basílica del Santuario Nacional de la Inmaculada Concepción en Washington. (Foto OSV News/Bob Roller)