Empieza por casa, pero no te quedes ahí

Tal vez hayas escuchado esta frase atribuida a Santa Teresa de Calcuta: “¿Qué puedes hacer para promover la paz mundial? Ve a casa y ama a tu familia”.

Bonito, ¿verdad? Pero, ¿realmente suena como la Madre Teresa que todos conocemos? ¿La que vimos en las calles y barrios marginales de Calcuta, atendiendo a los más necesitados y levantando a los moribundos de las cunetas?

No, definitivamente no suena como algo que ella podría haber dicho. Porque nunca lo hizo.

Estas famosas palabras, atribuidas a la Madre Teresa, son en realidad una versión distorsionada de lo que dijo en su discurso tras recibir el Premio Nobel en 1979:
“Rezo por ustedes para que la verdad lleve la oración a nuestros hogares, y que el fruto de la oración sea creer que en los pobres está Cristo. Y si de verdad creemos, comenzaremos a amar. Y si amamos, naturalmente, intentaremos hacer algo. Primero en nuestro hogar, luego con nuestros vecinos, en nuestro país, y en el mundo entero”.

Su mensaje implica movimiento. No se trata de ir a casa, cerrar las cortinas y encerrarnos a salvo con nuestras familias. Tampoco de volver a nuestras parroquias, cerrar las puertas y preocuparnos solo por quienes están adentro. Sin duda estamos llamados a empezar en nuestros hogares. Pero luego, siguiendo el ejemplo de nuestro Señor, que salió al encuentro de la gente una y otra vez, todos los días de su vida, atendiendo a personas en medio de su pecado y sufrimiento, estamos llamados a salir al encuentro de nuestros vecinos, de los desconocidos e incluso de nuestros enemigos.

Por el poder y la gracia de nuestro bautismo, estamos llamados a amar y servir a un mundo fragmentado y pecador.

Espero que no te escandalices al descubrir que los santos no siempre dijeron las palabras que a menudo les atribuimos. (¡Siempre es útil buscar en Google antes de citar a San Agustín, Santo Tomás de Aquino o a cualquiera!)

Pero lo que sí sabemos con certeza es lo que Jesús nos dijo. ¡Gracias a Dios por la abundancia y la riqueza de los Evangelios! Porque, en lo que respecta a la relación entre la fe y la familia, el hogar y el mundo, Jesús nos ofrece palabras realmente desafiantes.
“Ustedes han oído que se dijo: ‘Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo’. Pero yo digo: Amen a sus enemigos” (Mt 5:43-44).

“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre y madre, a su mujer e hijos, a sus hermanos y hermanas, y aun hasta su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lc 14:26).

“Señalando a sus discípulos, añadió: — Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos. Cualquiera que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12:49-50).

Dios ama a las familias, por supuesto. Este núcleo tan íntimo e importante de la vida humana es donde comenzamos nuestros días en la tierra y donde aprendemos a amar por primera vez.

Sin embargo, la formación que recibimos en casa no está hecha para quedarse allí. Está destinada a prepararnos para salir al mundo, un mundo que necesita desesperadamente nuestra verdad y servicio, aunque también rechazará nuestro testimonio cristiano. Por eso debemos empezar en casa y con los que nos rodean en nuestro esfuerzo por promover la paz. Pero luego debemos salir — como dijo realmente Santa Teresa, desde nuestro hogar hacia nuestros vecinos, luego hacia nuestro país y, en última instancia, hacia el mundo entero.

Hoy en día, somos testigos de la profunda y desesperada necesidad que tiene nuestro mundo del amor de Cristo. Que no lo mantengamos encerrado en casa, sino que salgamos a compartir lo que se nos ha dado.

– – –
Laura Kelly Fanucci es autora, conferenciante y fundadora de Mothering Spirit, un lugar de encuentro en línea sobre paternidad y espiritualidad.

Author: OSV News

OSV News is a national and international wire service reporting on Catholic issues and issues that affect Catholics.

Leave a Reply

*