Por David Agren | Catholic News Service
CIUDAD DE MÉXICO (CNS) — Líderes de la iglesia hondureña han pedido una investigación completa del secuestro y asesinato de un sacerdote en la diócesis de San Pedro Sula, un crimen que ha causado indignación en el país centroamericano.
El clero, la familia y amigos del padre José Enrique Vásquez lloraron en su misa exequial el 4 de marzo, dos días después de que fue secuestrado y asesinado cuando se dirigía a su parroquia para celebrar el Miércoles de Ceniza.
“Ha sido una víctima de la violencia que no cesa en nuestro país. Es una violencia tan grave que ha llevado al asesinato de miles de personas”, dijo en la misa el obispo de San Pedro Sula, Ángel Garancha Pérez.
“Ojalá que este asesinato (del padre Vásquez), que impacta más porque hace mucho que no ocurría algo similar, nos haga un llamado a la conciencia, empezando por las autoridades gubernamentales, la policía y a nosotros mismos como sociedad. Y ojalá no nos acostumbremos a la violencia en Honduras”, dijo.
En un comunicado del 3 de marzo, la conferencia episcopal hondureña dijo: “Si no se investigan estos hechos, como ha sucedido tantas veces, estaremos condenados a sufrir las consecuencias de la impunidad y obligados a resignarnos a que esto se siga repitiendo en nuestro país”.
El comunicado dice: “Ante estos actos de horror e indignación, hacemos una vez más un enérgico llamado a las autoridades correspondientes, para que se comprometan seriamente a garantizar la seguridad de la población”.
Autoridades no han dado ningún motivo para el asesinato del padre Vásquez, de 47 años, que era párroco de la parroquia San José del Barrio Medina, en San Pedro Sula, durante mucho tiempo una de las ciudades más violentas de América.
El padre Vásquez, sexto de 13 hermanos, salió de casa de su madre el 3 de marzo y se dirigió a su parroquia. Fue secuestrado y recibió seis disparos, según los medios de comunicación.
“Fue un asesinato muy cruel”, dijo el padre Germán Calix, ex director nacional de Cáritas Honduras.
El padre Calix recordó al padre Vásquez como un seminarista tranquilo y serio”, pero también “muy directo” con la gente, un sacerdote dedicado.
La violencia ha azotado a Honduras en las últimas décadas, ya que las pandillas controlan los barrios y los cárteles de la droga mueven la mercancía ilegal por el país.
El padre Calix dijo que los sacerdotes no han sido objetivo de los delincuentes. Comentó que la última vez que el clero fue víctima de un asesinato fue en 1975 en un incidente conocido como la masacre de Los Horcones. Entonces, dos sacerdotes misioneros que defendían a campesinos hondureños pobres fueron torturados y mutilados por soldados.