Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
“La paz sea con todos ustedes.” Estas son las palabras que Jesus les dijo a los discipulos cuando los visito poco despues de su resurreccion. En la lectura del Evangelio del segundo Domingo de Pascua, escuchamos como aparecio en medio de ellos a pesar de que las puertas estaban cerradas, porque los discipulos tenian miedo. Jesus ofrecio su paz y les dijo: “Como el Padre me envio, asi tambien yo los envio a ustedes”. Luego soplo el Espiritu Santo sobre ellos.
Se como se sintieron los discipulos. Todos nosotros, durante un ano mas o menos, hemos tenido que pasar gran parte de nuestro tiempo detras de las puertas debido al miedo, no por las multitudes hostiles, sino por el miedo causado por un virus peligroso que amenaza nuestra salud y la salud de nuestros seres queridos. Gracias a los esfuerzos efectivos de mitigacion, incluido el desarrollo de vacunas, vemos razones para volver a tener esperanzas.
La esperanza esta en el centro de la temporada de Pascua. Las palabras de Jesus, “La paz sea con ustedes”, tambien estan dirigidas a nosotros. Asimismo, Jesus nos da el Espiritu Santo para fortalecernos, ayudarnos a centrar nuestras vidas en el y ministrar eficazmente en su nombre. La palabra “apostol” proviene de la palabra griega “apostellein”, que significa “enviar”. Como Jesus envio a sus apostoles, tambien hoy, nos envia en mision como apostoles modernos para transformar nuestras propias vidas y asi mismo nuestro mundo.
La Pascua me da la esperanza de que hemos ganado un reconocimiento renovado durante el ultimo ano por nuestras familias, comunidades y parroquias. Espero que tengamos una comprension mas profunda del don de la Eucaristia. Espero que veamos mas claramente las necesidades de los pobres y aislados en nuestras comunidades. Espero que, inspirados por las palabras de Cristo resucitado, reavivemos nuestra mision como Iglesia diocesana, en persona, cuando sea posible, y de otras maneras cuando no, para ser el corazon de misericordia de Cristo, la voz de la esperanza y las manos de la justicia.
Sinceramente suyo en Cristo,
+ Obispo Donald J. Kettler