Obispo Kettler: Esta temporada de Pascua, sea un signo de esperanza para los demás

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Entre las muchas imágenes de la guerra en Ucrania que me han dejado una fuerte impresión, se encuentra la foto de un hombre en la iglesia católica ucraniana St. Constantino en Minneapolis durante un servicio de oración en los primeros días del conflicto. Un hombre está parado orando frente a una pintura del Cristo crucificado que ha sido bajado de la cruz. Se pueden ver las heridas en las manos de Cristo, en su costado y en su cabeza, Cristo parece descansar sobre la cabeza del orante. Para mí, la foto muestra de manera impactante que Cristo comprende el dolor de la violencia injusta, del sufrimiento y de la pena profunda.

Por Obispo Donald Kettler

Ucrania ha estado experimentando un largo Viernes Santo. Además de los heridos y muertos en la guerra, millones han huido del país. Funcionarios de la ONU la han descrito como la crisis de refugiados de más rápido crecimiento en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Lamentablemente, sin embargo, hay muchas otras zonas del mundo asediadas y atacadas: en la región de Tigray (Tigré) en Etiopía. Una organización internacional de ayuda humanitaria advirtió el mes pasado sobre la posibilidad de una hambruna entre los refugiados eritreos que podría rivalizar con la Gran Hambruna de la década de 1980 cuando más de 1 millón de personas murieron. La violencia y la pobreza están impulsando a las familias de América Latina, África y Medio Oriente a buscar la paz y la seguridad básica en otras tierras. A veces son bienvenidos; muchas veces no lo son.

Pero todos tienen una cosa en común. Todos ellos necesitan esperanza, la clase de esperanza que experimentamos en la Pascua: Cristo, quien murió en la cruz, resucitó de entre los muertos. Él es la Luz del Mundo, nuestro redentor, que vence las tinieblas y la muerte. Él es nuestra esperanza. Como dijo el Papa Francisco en la Vigilia Pascual hace unos años:

“Querida hermana, querido hermano, aunque en tu corazón hayas enterrado la esperanza, no te rindas: Dios es más grande. La oscuridad y la muerte no tienen la última palabra. ¡Sé fuerte, porque con Dios nada se pierde”!

Crédito de la foto: CNS photo/Stephen Maturen, Reuters

También nos vendría bien un poco de esperanza pascual en nuestras vidas. Además de los eventos mundiales que perturban nuestros corazones, enfrentamos otros tipos de oscuridad y luchas en nuestras comunidades, parroquias y hogares: el impacto a largo plazo del COVID-19, problemas de salud física y mental, relaciones rotas y la creciente ola de secularismo, por nombrar unos cuantos.

Pero, en medio de estos desafíos, también veo mucha esperanza: esperanza inspirada por aquellos que eligen iniciarse completamente en la Iglesia en la Vigilia Pascual. Esperanza en el proceso sinodal en curso que busca escuchar al pueblo de Dios y dar voz a todos. Esperanza en el próximo avivamiento nacional para profundizar nuestro amor y comprensión de la Eucaristía. Esperanza en el cuidado y los actos de servicio que veo que las personas de nuestra diócesis brindan a los demás, tanto a comunidades cerca como lejos.

Quiero proponerles tres cosas para trabajar en este tiempo pascual:

  • En primer lugar, los animo a continuar con la oración, el ayuno y la limosna que están haciendo y ofreciendo con especial atención en ésta Cuaresma. Y, si no ha practicado estas disciplinas de la manera que lo tenía previsto al comienzo de la Cuaresma, no es demasiado tarde para comenzar. Enfóquelos en una necesidad especial en su familia, comunidad o parte del mundo que esté sufriendo especialmente en este tiempo. Al comienzo de la Cuaresma, el Papa Francisco identificó estas prácticas como ponderosas herramientas espirituales: “La oración, la caridad y el ayuno no son medicinas destinadas solo para nosotros sino para todos: porque pueden cambiar la historia… [y] son las principales formas en que Dios puede intervenir en nuestra vida y en el mundo.”
  • Hacer un esfuerzo intencional para participar en el proceso del sínodo (y el reavivamiento eucarístico cuando comience) a medida que se presenten las oportunidades. No se arrepentirán. Ayudarán a revitalizar y enriquecer no solo vuestra vida de fe, sino también la vida de toda la Iglesia.
  • Sea un signo de esperanza para otra persona. Si aún no lo ha hecho, ofrezca tiempo voluntario para las necesidades de servicio o ministerio en su parroquia o comunidad católica del área. Invite a otros a unirse a usted.

Mientras nos preparamos para la Semana Santa, entremos más profundamente en el Misterio Pascual. Jesús está siempre con nosotros. Él está cerca de nosotros en nuestros momentos de dolor y tristeza. Nosotros también debemos caminar con Cristo en su sufrimiento el Viernes Santo. Pero su resurrección ofrece la promesa de una nueva vida, recordándonos que Cristo, y solo él está continuamente obrando a través de nosotros, y tiene el poder de redimir, transformar nuestras vidas y las vidas de los demás. Como cristianos, debemos irradiar esta esperanza pascual al mundo entero.

Sinceramente suyo en Cristo,

+ Obispo Donald Kettler es el novena obispo de la Diócesis de St. Cloud, Minnesota.

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Author: Bishop Donald Kettler

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