Obispo Neary: ‘Basado en lo bueno’: Un mensaje de graduación

Queridos amigos:

Ahora que se acerca el mes de Junio, celebraremos la graduación de muchos de nuestros estudiantes en la Diócesis, desde el jardín de infantes hasta la escuela preparatoria. Es maravilloso marcar y celebrar estos importantes hitos en la vida de nuestros jóvenes.

Por Obispo Patrick Neary, C.S.C.

Recuerdo la emoción que sentí la primera vez que subí al estrado en la ceremonia de graduación para recibir mi diploma de la escuela preparatoria. ¡No puedo creer que hayan pasado 42 años desde que me gradué! Aunque nunca he asistido a ninguna de las reuniones de mi generación de la escuela, definitivamente me presentaré en la reunión de mi clase número 50. Recuerdo que en el anuario de la preparatoria me escogieron por mayoría de votos en la categoría de “el más probable para convertirse en ministro”, entonces, ¿por qué no mostrarles a mis compañeros de clase que tenían razón?

Si usted fuera el orador principal designado en una graduación de la escuela preparatoria, ¿qué consejo podría ofrecer a los graduados mientras se preparan para marchar hacia el futuro?

Yo, les diría, que descubran los dones que Dios les ha dado para hacer de este mundo un lugar mejor y que participen en programas de servicio como estudiantes, como NET. En cualquier grupo de estudiantes hay futuros médicos, dentistas, agricultores, abogados, plomeros, constructores, consejeros, administradores, empresarios, trabajadores sociales, maestros, hermanos y hermanas religiosos, sacerdotes, diáconos y futuros líderes laicos en la Iglesia. Lo que importa en la vida no es el dinero, el poder o la fama, sino hacer un trabajo que usted disfrute y que a su vez beneficie a los demás.

Destacaría la importancia de entablar amistad con personas que comparten su fe y sus valores. Cuando estuve en Notre Dame y viví durante algunos años en las residencias universitarias con estudiantes, me maravilló la rapidez con que los estudiantes se hicieron amigos para toda la vida con quienes compartieron la vida con ellos en el dormitorio, o a quienes conocieron en clase, en retiros o a través de los clubes del campus. El gran filósofo y estadista romano, Cicerón, dijo una vez que, “La amistad aumenta la felicidad y disminuye la miseria, al duplicar nuestras alegrías y dividir nuestro dolor”. En mi propia vida, he sido muy bendecido por amigos fieles para toda la vida. Por supuesto, les hablaría del don de la fe, y especialmente del don de conocer a Jesucristo. Dado que todos ellos buscan la felicidad y la realización, Cristo es el amigo y compañero fiel que puede conducirlos a la paz, la felicidad, la alegría y la realización final genuinas. Les recordaría que para encontrar a Cristo no necesitan mirar más allá de sus corazones, donde Cristo mora en luz, quietud y paz. Y les recordaría que siempre que asistan a Misa, Cristo viene a ellos en la palabra y en el sacramento, para satisfacer sus más profundos anhelos humanos.

Por último, les diría que busquen el tipo de pasatiempos y actividades que son naturalmente buenos y edificantes para el espíritu humano: estar en la naturaleza, la jardinería, leer buena literatura, ver películas edificantes, dedicarse a las artes, hacer ejercicio, aprender un idioma extranjero, cocinar y hacer deporte. Cuando la vida parece demasiado, estas cosas nos mantienen arraigados en el bien.

Sobre todo, los exhortaría a que lleven en su corazón un espíritu de gratitud por todas las bendiciones diarias de las que disfrutan. Mi cita final para compartir con ellos sería del libro del autor, Dag Hammarskjold, titulado Markings: “Por todo lo que ha sido, gracias; por todo lo que será, ¡sí”!

Suyo en Cristo,

+Obispo Patrick Neary, C.S.C., el décimo obispo della Diócesis de St. Cloud, Minnesota.

 

Author: Bishop Patrick Neary, C.S.C.

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