Por Jonathan Luxmoore | Catholic News Service
VARSOVIA, Polonia (CNS) — Los obispos ucranianos respaldaron informes de la ONU reportando que civiles están siendo deportados a la fuerza de las áreas de su país ocupadas por Rusia, una situación que evoca escenas de décadas anteriores.
“Aunque no sabemos con precisión a dónde se envía a la gente, o en qué escala, estas deportaciones ciertamente están ocurriendo”, expresó el obispo Stanislav Szyrokoradiuk de Odesa-Simferopol.
“Muchos niños están siendo sacados de orfanatos en Kherson y otras ciudades ocupadas, y aunque algunos han intentado regresar, esto no ha sido posible. Es solo una de las muchas violaciones de derechos humanos que estamos presenciando”.
En una entrevista del 9 de septiembre con Catholic News Service, reveló que había sido difícil hacer “distinciones fácticas claras entre deportaciones y evacuaciones” u obtener datos sobre reubicaciones “forzadas y voluntarias”.
“Mientras que la mayoría de los católicos de las áreas afectadas por la guerra han escapado a Polonia y al Oeste, algunos ciudadanos pro-Rusia también se han ido al Este, tal vez creyendo que la vida será mejor allí”, dijo el obispo Szyrokoradiuk.
“Pero también se están realizando esfuerzos para llevarse a tantos niños ucranianos como sea posible y convertirlos en nuevas personas que pertenecerán a Rusia. Al igual que en la historia pasada, cuando también se llevaron a los ucranianos, los niños se utilizan para la propaganda, para mostrar cuán amables son los rusos”.
Desde la invasión de Rusia el 24 de febrero, han circulado informes de que civiles de la región parcialmente ocupada del Donbás en el oriente de Ucrania, y ciudades como Mariupol y Kharkiv han sido interrogados en “campos de filtración”, antes de ser enviados a Siberia y otras partes de Rusia, aunque Moscú ha insistido que ofreció asistencia humanitaria a ucranianos que deseaban reubicarse voluntariamente.
En una publicación de su sitio web del 8 de septiembre, el Patriarcado Ortodoxo Ruso mostró al patriarca Kirill saludando a niños y adolescentes ucranianos de las “regiones liberadas” del Donbás, Kharkiv, y Kyiv en una reunión en Moscú.
La publicación decía que el patriarca Kirill les había dicho a los jóvenes que su patriarcado “considera a todos los ortodoxos de Ucrania como sus hijos” y les había advertido contra los llamados a “rechazar su verdadera identidad por una falsa”.
El obispo Szyrokoradiuk dijo que las fotografías habían sido “utilizadas para la propaganda rusa” y que “no tenían nada en común con la verdad o la fe”.
“No sorprende que estos niños se vean infelices, dado que han sido sacados de su tierra natal y separados de sus raíces nacionales”, expresó el obispo.
“Esta guerra ya ha sobrepasado todos los límites de la moderación y la anarquía, se ha convertido en una ola de terror, en la que pueblos y ciudades enteras son destruidas con sus habitantes, y se hacen todos los esfuerzos para borrar la idea misma de la nación ucraniana”, acotó.
Hablando en una sesión informativa abierta del Consejo de Seguridad de la ONU el 7 de septiembre, Ilze Brands Kehris, subsecretaria general de derechos humanos de la ONU, dijo que la ONU había escuchado “acusaciones creíbles” de que niños no acompañados estaban siendo “transferidos a la fuerza” y ofrecidos en adopción a familias rusas después de obtener la ciudadanía.
Al día siguiente, el arzobispo católico ucraniano Sviatoslav Shevchuk de Kyiv-Halych dijo que se creía que 2.5 millones de personas, incluyendo 38,000 niños, habían sido enviadas hasta ahora a Siberia y al extremo este de Rusia, lo que denominó una “gran herida para la nación ucraniana”.
El obispo auxiliar Jan Sobilo de Kharkiv-Zaporizhzhia le dijo a CNS el 9 de septiembre que su diócesis había perdido contacto con algunos católicos que expresaron temor de ser enviados a Rusia, y agregó que el objetivo de las deportaciones parecía ser “debilitar el espíritu nacional” y trasladar a ucranianos por la fuerza a zonas despobladas de Rusia.
“Es difícil creer que estamos viendo una repetición de acciones de hace un siglo o más y un regreso a métodos tan primitivos y drásticos, que serán recordados por las generaciones futuras”, dijo el obispo a CNS. “Aquellos que fueron enviados hace mucho tiempo a Siberia y Kazajstán nunca perdieron su espíritu o conciencia nacional. Sin embargo, están (los rusos) cometiendo el mismo error al trasladar de nuevo a la gente por la fuerza”.