Por Carol Glatz | Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — La temporada de Adviento es un momento de gracia para ayudar a los creyentes a dejar de ser presuntuosos y pretender ser autosuficientes, dijo el papa Francisco.
Solo hay una forma de comenzar una nueva vida: “la forma de la humildad: purificarse del sentido de superioridad, del formalismo y la hipocresía”, dijo el papa el 4 de diciembre, segundo domingo de Adviento.
Las personas necesitan verse “pecadoras, y ver a Jesús como el salvador que viene por nosotros, no por los demás, por nosotros, tal como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos, sobre todo con nuestra necesidad de ser resucitados, perdonado y salvados”, dijo a los visitantes y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus.
La lectura del Evangelio del día describió la severa reprensión de San Juan Bautista a aquellos que eran conocidos por su duplicidad y presunción, y su llamado urgente al arrepentimiento.
Cuando San Juan Bautista dice: “Produce buenos frutos como prueba de tu arrepentimiento”, el papa dijo: “Este es un grito de amor, como el grito de un padre que ve a su hijo arruinándose y le dice: ‘No ¡No desperdicies tu vida!'”
Si las personas suponen que siempre tienen razón, no aceptarán esta amorosa invitación y perderán la oportunidad de comenzar una nueva vida, dijo.
“En el fondo, queridos hermanos y hermanas, la hipocresía es el mayor peligro, porque puede arruinar incluso las realidades más sagradas. La hipocresía es un peligro grave. Por eso el Bautista —como lo sería después Jesús— es duro con los hipócritas”, dijo el papa.
Es importante acoger a Dios con humildad, dijo, “no con bravura: ‘¡Somos fuertes, somos grandes personas!'”.
“Cada uno de nosotros necesita confesar sus propios pecados, nuestras propias fallas, nuestra propia hipocresía”, dijo el papa. “Requiere bajarse del pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento”.
“El Adviento es un momento de gracia para quitarnos las máscaras -cada uno de nosotros las tenemos- y ponernos en fila con los humildes, para liberarnos de la presunción de la creencia de ser autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, los ocultos, y acoger el perdón de Dios, pedir perdón a aquellos a quienes hemos ofendido”, dijo.
“Así es como se comienza una nueva vida”, dijo.