Por Cindy Wooden | Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El papa Francisco dijo que el Concilio Vaticano II moldeó tanto su visión teológica y pastoral que tal vez no ha sido tan explícito como debería haber sido en resaltar esos vínculos, especialmente cuando se trata de sus contribuciones a la enseñanza social católica.
“En la historia de América Latina en la que estuve inmerso, primero como un joven estudiante jesuita y luego en el ejercicio de mi ministerio, se respiró un clima eclesial que absorbió con entusiasmo e hizo suyas las intuiciones teológicas, eclesiales y espirituales del concilio y las inculturó e implementó”, escribió en el prefacio de un nuevo libro.
“El concilio se convirtió en el horizonte de nuestra creencia, nuestro lenguaje y nuestra praxis, es decir, pronto se convirtió en nuestro ecosistema eclesial y pastoral”, dijo. “Sencillamente, el concilio había entrado en nuestro modo de ser cristianos y de ser iglesia, y a lo largo de mi vida, mis intuiciones, percepciones y espiritualidad se generaron sencillamente por las sugerencias de la doctrina del Vaticano II”.
El prefacio del papa Francisco a “Fraternidad: Signo de los tiempos” fue publicado el 28 de septiembre por Vatican News. El libro, que saldrá a la venta en italiano el 30 de septiembre por la editorial vaticana, está escrito por el cardenal Michael Czerny y el padre Christian Barone, un teólogo italiano.
La traducción al inglés será publicada por Orbis Books en 2022.
El libro presenta una lectura teológica de la encíclica del papa, “Fratelli Tutti: sobre la fraternidad y la amistad social”, pero también sobre su doctrina social en su conjunto, destacando su continuidad con la doctrina social papal y, especialmente, la visión del Concilio Vaticano II de la Iglesia Católica en diálogo con el mundo y en su ministerio.
El papa Francisco dijo que ahora, más de 50 años después de que el concilio concluyera sus trabajos, “es necesario hacer más explícitos los conceptos clave del Concilio Vaticano II, los fundamentos de sus argumentos, su horizonte teológico y pastoral, los argumentos y el método que utilizó”.
El concilio afirmó la visión de “una iglesia abierta, en diálogo con el mundo”, dijo. Y ese diálogo ha puesto de manifiesto la necesidad de “una iglesia que se ponga al servicio de la humanidad, cuidando la creación y proclamando y concretando una nueva fraternidad universal, en la cual las relaciones humanas se curan del egoísmo y la violencia y se fundan en el amor, aceptación y solidaridad mutuos”.
Al mismo tiempo, el papa Francisco advirtió que el mensaje cristiano nunca puede reducirse a un programa social ni puede separarse tanto de la vida real que se centre sólo en lo espiritual y en el más allá.
“El corazón del Evangelio es el anuncio del reino de Dios, que es la persona de Jesús –Emmanuel y Dios con nosotros”, escribió el papa. “En él, de hecho, Dios manifiesta definitivamente su plan de amor para la humanidad, estableciendo su señorío sobre las criaturas e insertando en la historia humana la semilla de la vida divina, que la transforma desde adentro”.
El reino de Dios, dijo, “es una realidad viva y dinámica que nos invita a la conversión y nos insta a que nuestra fe salga del estatismo de una religiosidad individual o reducida al legalismo, para ser en cambio una búsqueda inquieta y continua del Señor y de su palabra, que cada día nos llama a colaborar en la obra de Dios en las distintas situaciones de la vida y de la sociedad”.
Si bien el reino de Dios se establecerá plenamente sólo al final de los tiempos, Jesús ya comenzó a construirlo y continúa haciéndolo, pidiéndole a cada cristiano que sea parte del esfuerzo –dijo el pontífice. “Cada uno de nosotros puede contribuir a realizar la obra del reino de Dios en el mundo, abriendo espacios de salvación y liberación, sembrando esperanza, desafiando la lógica mortífera del egoísmo con la fraternidad evangélica, comprometiéndonos con la ternura y la solidaridad a favor del prójimo, especialmente de los más pobres”.