Papa en Navidad: Compartan esperanza, promuevan paz, vacunen a todos

Por Cindy Wooden | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — En una Navidad como ninguna otra, el papa Francisco oró por las personas que no pudieron estar con sus familias a causa de la pandemia del COVID-19, y exhortó a todos reconocer y ayudar a quienes sufren aún más.

Desde el interior del Salón de Bendiciones — una sala larga, cubierta en tonos dorados, sobre el atrio de la Basílica de San Pedro y que al este cuenta con enormes ventanas y balcones que dan a la Plaza de San Pedro — el papa Francisco dio su mensaje de Navidad y su bendición “Urbi et orbi “(a la ciudad y al mundo).

Como anunció el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, la bendición solemne incluyó una indulgencia plenaria para todos los que miraban el evento por televisión, lo escuchaban por radio, o lo seguían por computadora.

Debido a la reciente cuarentena de Italia para frenar la propagación del virus, el Santo Padre leyó su mensaje en presencia de un grupo representativo de unas 50 personas. Se ordenó a las decenas de miles de personas que habitualmente acuden a la plaza para la cita del mediodía del 25 de diciembre que permanecieran en casa. La Plaza de San Pedro cerró al público.

“Mi pensamiento en este momento se dirige a las familias: a los que no pueden reunirse hoy y a los que se ven obligados a quedarse en casa”, expresó el papa. “Que la Navidad sea una oportunidad para que todos redescubramos la familia como cuna de vida y fe, lugar de acogida y amor, diálogo, perdón, solidaridad fraterna y alegría compartida, una fuente de paz para toda la humanidad”.

El papa Francisco entrega su mensaje de Navidad y su bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) desde el salón de las Bendiciones en el Vaticano el 25 de diciembre de 2020. También aparecen en la foto el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basílica de San Pedro, y Mons. Guido Marini, maestro de celebraciones litúrgicas pontificias. (Foto CNS / Vatican Media)

En una adición de último momento a su comunicado, el Sumo Pontífice pidió “vacunas para todos”, especialmente para las personas más vulnerables del mundo.

“En Navidad, celebramos la luz de Cristo que viene al mundo y viene para todos, no solo para algunos”, señaló el papa. “Hoy, en este momento de oscuridad e incertidumbre por la pandemia, aparecen diferentes luces de esperanza, como el descubrimiento de las vacunas”.

“Pero para que estas luces puedan iluminar y traer luz a todo el mundo, deben estar disponibles para todos”, acotó. “No puedo ponerme antes que los demás, o poner a las leyes del mercado y las patentes antes que a la ley del amor y la salud de la humanidad”.

El papa Francisco pidió a los líderes de los gobiernos, las compañías farmacéuticas, y las agencias internacionales “promover la cooperación y no la competencia” para asegurar la amplia disponibilidad de vacunas.

La paz y la familia — en el sentido de que todas las personas son hermanos y hermanas — fueron los temas centrales del mensaje del papa, haciendo eco a la enseñanza de su encíclica “Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social”.

“Un nacimiento es siempre una fuente de esperanza; es la vida que florece, una promesa del futuro”, agregó. Pero el nacimiento de Jesús es aún más poderoso porque él nació “‘para nosotros’ — un ‘nosotros’ sin fronteras, privilegios o exclusiones. El niño nacido de la Virgen María en Belén nació para todos: él es el ‘hijo’ que Dios ha dado a toda la familia humana”.

“Gracias a este niño, todos podemos llamarnos hermanos y hermanas, porque realmente lo somos”, dijo el prelado. “Venimos de todos los continentes, de todos los idiomas y culturas, con nuestras propias identidades y diferencias, pero aun así todos somos hermanos y hermanas”.

Reconocer esta conexión, declaró, es aún más importante “en este momento de la historia, marcado por la crisis ecológica y los graves desequilibrios económicos y sociales que solo agravaron con la pandemia del coronavirus”.

Como hijos de Dios y hermanos unos de otros, dijo el papa Francisco, el parentesco que existe entre todos no es sentimental, sino que “se basa en el amor genuino, lo que me permite encontrarme con otros diferentes a mí, sintiendo compasión por sus sufrimientos, acercándome a ellos y cuidando de ellos, aunque no se pertenezcan a mi familia, mi etnia o (compartan) mi religión”.

“A pesar de todas sus diferencias, siguen siendo mis hermanos y hermanas”, dijo. “Lo mismo ocurre con las relaciones entre pueblos y naciones”.

El papa Francisco oró para que el recién nacido Jesús ayudara a todos a “ser generosos, solidarios, y serviciales, especialmente con aquellos que son vulnerables: los enfermos, los desempleados o aquellos que atraviesan dificultades debido a los efectos económicos de la pandemia, y las mujeres que han sufrido violencia doméstica durante estos meses de aislamiento”.

Los migrantes, los refugiados, y las víctimas inocentes de las guerras en todo el mundo también estaban en la mente del Santo Padre cuando celebraba el nacimiento del Príncipe de la Paz.

Los rostros de los niños que sufren en Siria, Irak y Yemen, dijo el prelado, deben tocar la conciencia de las personas y hacer que oren y trabajen por la paz.

“Que el Bebé de Belén conceda el don de la fraternidad a la tierra que fue testigo de su nacimiento”, dijo el papa. “Que israelíes y palestinos recuperen la confianza mutua y busquen una paz justa y duradera a través de un diálogo directo, capaz de poner fin a la violencia y superar los agravios endémicos, y así dar testimonio ante el mundo de la belleza de la fraternidad”.

El papa Francisco también hizo pedidos específicos de reconciliación y el fin de los conflictos en el este de Ucrania, Nagorno-Karabaj, Etiopía, el norte de Mozambique, Sudán del Sur, Nigeria y Camerún.

“Que el Verbo Eterno del Padre sea fuente de esperanza para el continente americano, particularmente afectado por el coronavirus, que ha intensificado sus múltiples sufrimientos, frecuentemente agravados por los efectos de la corrupción y el narcotráfico”, rezó. “Que él ayude a aliviar las recientes tensiones sociales en Chile y ponga fin al sufrimiento del pueblo de Venezuela”.

Comendando a los que “trabajan para llevar esperanza, consuelo y ayuda a los que sufren y a los que están solos”, el papa insistió en que el nacimiento de Jesús “nos dice que el dolor y la maldad no son la última palabra. Resignarse a la violencia y la injusticia sería rechazar la alegría y la esperanza de la Navidad”.

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Author: Catholic News Service

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