Por Junno Arocho Esteves | Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El papa Francisco expresó su cercanía al pueblo cubano una semana después de que comenzaran protestas en la isla.
En su primer evento público después de ser dado de alta del hospital Gemelli en Roma, el papa dijo a los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro el 18 de julio, que estaba “cerca del querido pueblo cubano en estos momentos difíciles, en particular de aquellas familias que más sufren”.
“Rezo para que el Señor ayude a la nación a construir una sociedad cada vez más justa y fraterna a través de la paz, el diálogo, y la solidaridad”, expresó, mientras un grupo de peregrinos en la plaza ondeaban banderas cubanas.
El Santo Padre animó al pueblo cubano a encomendarse a la protección materna de la patrona de la isla, Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, quien “los acompañará en este camino”.
Miles de cubanos en La Habana y otros lugares salieron a las calles el 11 de julio para protestar por las dificultades económicas, la falta de libertades básicas, y el manejo del gobierno cubano frente a la pandemia de COVID-19, lo que provocó lo que se han descrito como las protestas más masivas que se han visto en Cuba en décadas.
Según informes, desde que empezaron las protestas, el gobierno ha respondido arrestando a personas — incluyendo a miembros del clero — no solo en las calles sino también en sus hogares. Hubo al menos una muerte confirmada después de que la policía disparara contra un hombre que participaba en una protesta contra el gobierno.
Antes de rezar el Ángelus, el papa reflexionó sobre la lectura evangélica dominical en la que Jesús muestra preocupación por sus discípulos y por “su cansancio físico e interior” después de que ellos habían regresado de predicar.
Jesús hace esto, señaló el Sumo Pontífice, para concienciar a sus discípulos sobre el peligro de estar “atrapados en el frenesí del hacer, de caer en la trampa del activismo, donde lo más importante son los resultados que obtenemos y la sensación de ser los protagonistas absolutos”.
“Cuántas veces sucede también en la iglesia: estamos atareados, vamos de prisa, pensando que todo depende de nosotros y, al final, corremos el riesgo de descuidar a Jesús y ponernos siempre nosotros en el centro”, manifestó.
La lectura del Evangelio, continuó el papa, es un recordatorio de que el descanso físico también implica permanecer en silencio y en oración para “regresar al corazón de las cosas”.
“Cuidémonos, hermanos y hermanas, de la eficiencia, detengamos la carrera frenética que dicta nuestras agendas. Aprendamos a hacer una pausa, a apagar el teléfono móvil, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en diálogo con Dios”, acotó el papa.
Al hacerlo, agregó, los cristianos pueden ver a los demás con compasión porque “solo un corazón que no se deja dominar por la prisa es capaz de ser conmovido” y, en lugar de preocuparse por uno mismo, es consciente de los demás, de sus heridas, de sus necesidades.
“La compasión nace de la contemplación”, dijo el papa Francisco. “Si aprendemos a descansar de verdad, seremos capaces de sentir verdadera compasión”.
“Si cultivamos una mirada contemplativa, realizaremos nuestras actividades sin esa actitud rapaz de quienes quieren poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos lo más profundo de nosotros mismos, las cosas que necesitamos hacer no tendrán el poder de quitarnos el aliento o devorarnos”, indicó.