Papa: La vida triunfa sobre la muerte mientras cristianos reconstruyen en Irak

Por Cindy Wooden

Catholic News Service

QARAQOSH, Irak (CNS) — Entre los escombros y los restos bombardeados de cuatro iglesias destruidas por los militantes del Estado Islámico, el papa Francisco les rindió homenaje a los cristianos iraquíes que han sufrido persecución e incluso la muerte.

Pero en su visita a Mosul y Qaraqosh, en el norte de Irak, el 7 de marzo, también instó a los cristianos a vivir su fe y honrar el sacrificio de los que murieron promoviendo la paz y la reconciliación.

Gran parte del centro histórico de Mosul sigue en ruinas o en reconstrucción. Y el papa Francisco se paró en Hosh al-Bieaa, la plaza de la iglesia, frente a algunas de esas ruinas: los restos de las iglesias católica siria, ortodoxa armenia, ortodoxa siria y católica caldea, todas ellas destruidas entre 2014 y 2017.

Su mensaje fue claro:

“Si Dios es el Dios de la vida –porque así es–, entonces está mal que matemos a nuestros hermanos y hermanas en su nombre”.

El papa Francisco participa en una oración conmemorativa por las víctimas de la guerra en una plaza en Mosul, Irak, el 7 de marzo de 2021. (Foto CNS/Paul Haring)

“Si Dios es el Dios de la paz –porque lo es–, entonces está mal que hagamos la guerra en su nombre”.

“Si Dios es el Dios del amor –porque lo es–, entonces está mal que odiemos a nuestros hermanos y hermanas”.

En Mosul, a 250 millas al norte de Bagdad, el papa Francisco escuchó las historias de los cristianos que se vieron obligados a huir, el miedo que muchos tienen de regresar y la motivación de los vecinos musulmanes comprometidos a hacer que la ciudad sea otra vez una metrópolis próspera y multicultural.

Pero también escuchó coros de niños dándole la bienvenida, mujeres danzando en honor a su llegada y las ovaciones de jóvenes que agitaban banderas.

El padre Raid Adel Kallo, párroco de la Iglesia de la Anunciación de Mosul, le dijo al papa que él y mucha de su gente abandonaron la ciudad en junio de 2014. Dijo que, en ese entonces, a su parroquia acudían unas 500 familias. “La mayoría ha emigrado al extranjero”, y 70 familias han regresado. “El resto tiene miedo de regresar”.

La invasión de Irak en 2003 por parte de las fuerzas de Estados Unidos y una coalición destrozó la ciudad, pero el mayor y más horrible daño ocurrió a principios de junio de 2014, cuando militantes del grupo Estado Islámico lanzaron una ofensiva. Controlaron la ciudad durante tres años, aterrorizando a la población, ejecutando a cientos de personas y secuestrando, violando y vendiendo mujeres. Destruyeron los principales monumentos, tanto musulmanes como cristianos, igual que bibliotecas y museos y decenas de miles de vidas.

Ofrezcamos oraciones “por todas las víctimas de la guerra y de los conflictos armados”, dijo el papa Francisco. Mosul es una prueba concreta de “las trágicas consecuencias de la guerra y la hostilidad”.

“Hoy, sin embargo, reafirmamos nuestra convicción de que la fraternidad es más duradera que el fratricidio, que la esperanza es más poderosa que el odio, que la paz es más poderosa que la guerra”, dijo el papa. “Esta convicción habla con mayor elocuencia que las voces pasajeras del odio y la violencia, y nunca podrá ser silenciada por la sangre derramada por quienes pervierten el nombre de Dios para seguir caminos de destrucción”.

La doctora Rana Bazzoiee, cirujana pediátrica de 37 años, que huyó de Mosul a Irbil en 2013, les dijo a los periodistas: “No me gusta recordar ese momento”.

Antes de que llegaran los combatientes del Estado Islámico, “vivíamos aquí en Mosul todos juntos –cristianos, musulmanes–” y “no podíamos creer que algo así ocurriría. Creo que nadie se quedó aquí. Todos los cristianos se fueron”.

Al explicar que sus amigos musulmanes y yazidíes la ayudaron en esos días sombríos, Bazzoiee dijo que no está enojada y que espera que la visita del papa ayude al proceso de volver a la normalidad.

“¿Por qué no?”, dijo. “Hemos vivido juntos durante mucho tiempo en Mosul”.

Tras el servicio de oración y una visita privada a las iglesias en ruinas, el papa Francisco tomó un helicóptero a unas 20 millas (30 km) hasta Qaraqosh, una ciudad donde predomina la población cristiana que también sufrió la devastación por parte del grupo Estado Islámico. Menos de la mitad de los habitantes de la ciudad han regresado desde que los militantes fueron expulsados en 2016.

Mounir Jibrahil, un profesor de matemáticas de 61 años dijo que regresó en 2016, pero recién terminó de reconstruir su casa el año pasado.

“Ahora es más seguro aquí”, dijo. “Es fabuloso ver al papa. Nunca nos hubiéramos imaginado que iba a venir a Qaraqosh. Quizá ayude a reconstruir el país, trayendo por fin amor y paz”.

Durante la visita del papa a Irak, del 5 al 8 de marzo, la mayor multitud se aglomeró en las calles de Qaraqosh. Aunque las preocupaciones de seguridad obligaron a dejar el papamóvil en Roma y utilizar en la ciudad un Mercedes-Benz blindado, el papa llevaba la ventanilla baja y el conductor iba lo suficientemente despacio como para que la policía y los agentes de seguridad a pie ni siquiera tuvieran que trotar.

Las campanas repicaron para dar la bienvenida al papa a la iglesia católica siria de la Inmaculada Concepción, profanada al ser utilizada como base por los combatientes del Estado Islámico, que convirtieron el patio en un campo de tiro.

Si bien gran parte de la ciudad todavía necesita ser reconstruida, el papa Francisco dijo que la presencia de la multitud jubilosa dentro y fuera de la iglesia “muestra que el terrorismo y la muerte nunca tienen la última palabra”.

“La última palabra le pertenece a Dios y a su hijo, vencedor del pecado y de la muerte”, dijo el pontífice. “Incluso en medio de los estragos del terrorismo y la guerra, podemos ver, con los ojos de la fe, el triunfo de la vida sobre la muerte”.

Con invitados musulmanes y yazidíes junto a los católicos en la iglesia, el papa Francisco le dijo a la gente que “este es el momento de restaurar no sólo los edificios, sino también los lazos de la comunidad que unen a las comunidades y las familias, los jóvenes y los ancianos juntos”.

Y agradeció a las organizaciones internacionales, en particular a las católicas, que están ayudando a financiar la reconstrucción de casas, escuelas, iglesias y salones comunitarios en la ciudad.

El patriarca sirio-católico Ignace Joseph III Younan hizo lo mismo, mencionando específicamente a organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada (Aid to the Church in Need), los Caballeros de Colón y “L’Oeuvre d’Orient”, una entidad benéfica con sede en Francia.

Y, en la víspera del Día Internacional de la Mujer, el papa Francisco rindió un homenaje especial a María –una foto de una estatua de ella decapitada de Qaraqosh fue noticia en todo el mundo– y a “todas las madres y mujeres de este país, mujeres de valor que siguen dando vida a pesar de las injusticias y las heridas”.

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Author: Catholic News Service

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