Papa ofrece a obispos italianos bienaventuranzas para ser buenos pastores

Por Carol Glatz | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El papa Francisco invitó a los obispos de Italia a vivir las “bienaventuranzas de un obispo”, una adaptación de las Ocho Bienaventuranzas tradicionales para ofrecer principios rectores para ser un “buen pastor” de una diócesis.

El papa Francisco y el cardenal Gualtiero Bassetti de Perugia-Citta della Pieve, presidente de la conferencia episcopal italiana, asisten a la asamblea general extraordinaria de los obispos italianos sobre “el viaje sinodal de la iglesia en Italia”, en Roma el 22 de noviembre de 2021. (Foto CNS/Vatican Media)

Bienaventurado el obispo que recorre un camino de pobreza y de compartir, de acompañar a los que sufren, de humildad que encuentra alegría en el esfuerzo, de justicia, de misericordia, de paz y de ternura, manifiesta el nuevo conjunto de bienaventuranzas, redactado en italiano.

La invitación del Santo Padre llegó el 22 de noviembre durante una reunión a puerta cerrada de dos horas de obispos italianos, quienes se reunían en Roma del 22 al 25 de noviembre para una asamblea general extraordinaria sobre “El camino sinodal de la iglesia en Italia”.

El papa viajó en automóvil al hotel de Roma donde se reunían los obispos y abrió la asamblea, que, según dijo una declaración escrita por la Oficina de Prensa del Vaticano el 22 de noviembre, fue un “encuentro estrictamente privado”.

Sin embargo, la Oficina de Prensa compartió una copia de la tarjeta que el Sumo Pontífice distribuyó a todos los obispos en la asamblea con el objetivo de “iniciar una conversación con los obispos”. La tarjeta tenía una imagen en color de la pintura “El Buen Pastor” del artista renacentista alemán Lucas Cranach der Ältere y, en el reverso, enumeraba “Las Bienaventuranzas del Obispo”.

Estas bienaventuranzas fueron creadas por el arzobispo italiano Mimmo Battaglia de Nápoles, a quien apodaron “Bergoglio del Sur” cuando era obispo de otra diócesis del sur de Italia y ejercía su trabajo como “sacerdote de la calle”, ayudando especialmente a personas con drogodependencias.

El arzobispo de 58 años presentó las bienaventuranzas durante una homilía en la misa en la que se ordenaron tres nuevos obispos auxiliares para Nápoles en octubre; fueron reproducidos en la tarjeta distribuida por el papa:

  • “Bienaventurado el obispo que hace de la pobreza y el compartir su camino de vida, para que con su testimonio esté edificando el reino de los cielos.
  • “Bienaventurado el obispo que no teme que las lágrimas corran por su rostro, para que en ellas se reflejen los dolores del pueblo, el trabajo duro de los sacerdotes, encontrando el consuelo de Dios en el abrazo de los que sufren.
  • “Bienaventurado el obispo que considera su ministerio un servicio y no un poder, haciendo de la mansedumbre su fuerza, dando a todos el derecho a tener ciudadanía en su corazón, a habitar la tierra prometida a los mansos.
  • “Bienaventurado el obispo que no se encierra en los palacios del gobierno, que no se convierte en un burócrata que está más atento a las estadísticas que a los rostros, a los procedimientos que a las historias, que busca luchar junto a la humanidad por el sueño de justicia de Dios porque el Señor, encontrado en el silencio de la oración diaria, será su alimento.
  • “Bienaventurado el obispo que tiene un corazón para la miseria del mundo, que no tiene miedo de ensuciarse las manos con el barro del alma humana para encontrar el oro de Dios, que no se escandaliza por el pecado y la fragilidad de otros porque es consciente de su propia miseria, para que la mirada del Crucificado Resucitado sea para él un sello de perdón infinito.
  •  “Bienaventurado el obispo que destierra la duplicidad de corazón, que evita toda dinámica ambigua, que sueña con el bien incluso en medio del mal, porque podrá regocijarse en el rostro de Dios, descubriendo su reflejo en cada charco de la ciudad de la humanidad.
  • “Bienaventurado el obispo que trabaja por la paz, que acompaña los caminos de la reconciliación, que siembra la semilla de la comunión en el corazón del presbiterio, que acompaña a una sociedad dividida por el camino de la reconciliación, que lleva a todo hombre y mujer de buena voluntad de la mano para construir la fraternidad: Dios lo reconocerá como su hijo.
  • “Bienaventurado el obispo que no teme ir a contracorriente por causa del Evangelio, poniendo su rostro ‘firme’ como el de Cristo en su camino a Jerusalén, sin dejarse retener por malentendidos y obstáculos porque sabe que el reino de Dios avanza en la contradicción del mundo”.
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Author: Catholic News Service

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