SNAP cuestiona evaluación de la Carta de Dallas en su vigésimo aniversario

Por Mark Pattison | Catholic News Service

WASHINGTON (CNS) — Un ensayo de Kathleen McChesney sobre el impacto de la Carta para la Protección de Niños y Jóvenes de los obispos de Estados Unidos provocó una fuerte reprimenda por parte del director ejecutivo de la Red de Sobrevivientes de los Abusados por Sacerdotes (SNAP, por sus siglas en ingles).

Zach Hiner, el director del grupo, señaló que las medidas descritas en los estatutos “debían adoptarse”, pero comparó el ensayo de McChesney con “darse palmaditas (en la espalda) a uno mismo por ganar el maratón cuando tan solo se ha recorrido una milla”.

En una entrevista telefónica el 10 de enero con Catholic News Service, Hiner indicó que la “revelación tardía” de un abuso es “un hecho”, señalando que “la mayoría de las personas en Estados Unidos no se presentan hasta los 50 años”, por lo que cualquier persona abusada en los últimos 20 años “probablemente no se presentará hasta 2030, 2040”.

El ensayo de McChesney — la primera persona en dirigir la Oficina para la Protección de Niños y Jóvenes de los obispos de Estados Unidos — fue publicado por America Media el 5 de enero, un día antes del vigésimo aniversario del primero de una serie de informes del Boston Globe sobre el abuso sexual del clero y su encubrimiento.

“A menudo me preguntan si la iglesia es un lugar más seguro para los menores que participan en ministerios católicos que antes de 2002”, expresó McChesney. “La respuesta es sí. Pero esa no es razón para bajar la guardia”.

McChesney agregó: “Desde 2002, hemos aprendido mucho más sobre el abuso sexual por parte del clero católico, particularmente como resultado de los estudios obligatorios realizados por John Jay College of Criminal Justice sobre incidentes que ocurrieron entre los años 1950 y 2002. Este conjunto de conocimientos se ha convertido en un recurso para prevenir el abuso en la iglesia y otras organizaciones que sirven a poblaciones jóvenes y vulnerables”.

Partidarios de SNAP, la red de sobrevivientes de personas abusadas por sacerdotes, participan en un evento en memoria de víctimas de abuso fuera de una reunión de la Conferencia Episcopal de Obispos de Estados Unidos en 2018 en Baltimore. (Foto CNS/Kevin J. Parks, Catholic Review)

Si bien la carta — que fue aprobada por los obispos de Estados Unidos en la primavera de 2002 en Dallas — “no fue una solución mágica”, manifestó McChesney, “los programas de la carta, como la pre-evaluación obligatoria de candidatos para la ordenación, la capacitación para la concientización sobre el abuso, y la destitución de hombres del ministerio por haber cometido actos de abuso, lograron reducir significativamente el número de casos de abuso”.

Hiner, sin embargo, no estuvo de acuerdo con esa afirmación. “No existe una herramienta de diagnóstico válida” para identificar a los abusadores, aunque muchos han tratado de encontrar una, dijo a CNS. “Decir, ‘Hemos hecho un buen trabajo investigando a los pedófilos;’ ¿Cómo puedes probar eso? Es el tipo de declaración que no corresponde con el escrutinio”.

Si la carta representa los “primeros pasos” de los obispos, Hiner sugirió los próximos pasos. Él dijo que es “crítico con cosas como esta” porque está “presionando constantemente para una mejoría”.

Una de esas medidas sería “asegurarse de que todas las diócesis cumplan plenamente” con la carta, acotó Hiner, señalando que algunas diócesis no han cumplido por completo con la carta y aún no han enfrentado ninguna sanción.

Otra medida sería que cada diócesis publique una lista de miembros del clero acusados de abuso de manera creíble. “No hay duda”, dijo, de que “tener esta información en el público hace que las personas estén más seguras”, y señaló a la Arquidiócesis de San Francisco y la Arquidiócesis para los Servicios Militares por no publicar listas.

Durante los últimos 20 años, ha habido “una conciencia, un cambio en la cultura, que es un proceso evolutivo”, expresó el diácono Bernie Nojadera, actual director de la Oficina de Protección de Niños y Jóvenes.

“Estamos notando cambios en el lenguaje y en la práctica. No se puede ir a ninguna parroquia y ministrar a jóvenes o a aquellos que son vulnerables sin pasar por un proceso de entrevista y completar un formulario y pasar por verificaciones de antecedentes y capacitación de ambiente seguro”.

En una entrevista telefónica el 11 de enero, el diácono Nojadera le dijo a CNS: “No creo que alguna vez terminemos con este trabajo. Siempre habrá problemas con los que la iglesia tendrá que lidiar, (con los que) la sociedad tendrá que lidiar: abuso, acoso, injusticia”.

Él también señaló que los esfuerzos para llegar hasta las víctimas, la asistencia a las víctimas, y el entorno seguro son términos que no eran comunes hace 20 años.

En los próximos 20 años, acotó, la evolución continuará en los círculos teológicos y de educación de la iglesia. “La ley canónica ya ha cambiado”, señaló.

“Fácilmente pude ver una evolución extendiéndose a todos los departamentos de una cancillería diocesana”, así como a la propia Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, dijo el diácono Nojadera, en la que todas las áreas de la iglesia “participan y son conscientes del problema de abuso, diferencias de poder, acoso, y podrían contribuir a los cambios que se necesitan para que podamos llevar a cabo real y verdaderamente ese compromiso que se hizo para proteger y sanar”.

Hiner señaló que “las personas que han sido abusadas, y no solo en la iglesia, leen historias sobre abusos. Cualquiera que lea una historia y haya sido lastimado por un padre, un miembro del clero, un entrenador, lo que sea, llámenos (o) llame a RAINN (la Red Nacional de Violación, Abuso, e Incesto)”.

“Espero que se presenten”, agregó. “Espero que encuentren el apoyo y la fuerza para hacerlo”.

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Author: Catholic News Service

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