En mi jardín de plantas perennes, entre los corazones sangrantes y los jacintos, hay una estatua de arcilla de San Francisco de Asís hecha por un artesano de México. Las inusuales características de la estatua la convierten en un tema de conversación y en una piedra angular espiritual que me ayuda a centrarme mientras cavo, escarbo y planto en mi jardín cada primavera.