Una historia vocacional de Jesús Hernández

Una historia vocacional de Jesús Hernández, Parroquia de Santa María, Melrose

Mi nombre es Jesús Hernández crecí en el estado de Michoacán, México, dentro de en una familia de seis hermanas y seis hermanos, yo soy el octavo de todos los hijos. Crecí en un hogar Católico, mis padres siempre quisieron acercarnos a la iglesia. Durante mi juventud emigré a Estados Unidos a los 16 años con un hermano mayor y me vine a trabajar en el estado de California por unos meses y después me moví al estado de Minnesota donde radico desde hace 23 años, compre una casa hace tres años aquí en Melrose y si dios nos da vida mi esposa, yo y nuestros cinco hijos que están entre los dieciocho años y 8 meses, pensamos radicar aquí en minnesota por el resto de nuestras vidas. Disfruto los veranos y los otoños, trabajo fuera durante los inviernos, aunque son duros algunos años.

Por Jesús Hernández

Soy un estudiante del Instituto Emaús, con la Escuela de Teología, de la Universidad de San Juan y un candidato al diaconado, seré instalado como lector en unos días.

Mi vida de fe comenzó con un retiro, era un hombre que poco me acercaba a la iglesia, lleve a mis hijos a bautizar, pero no dedicaba mi vida a Cristo. Sentí una necesidad de acercarme a Dios cuando oí el llamado de Dios a mi específicamente en un retiro espiritual de Koinonía en Español. Durante los días que duró este retiro fui reconociendo la voz de Dios en el testimonio de mis hermanos y hermanas en Cristo. Reconocí mi propio vacío y dolor al vivir lejos del amor de Dios y de su misericordia. Dios me dijo sírveme con tu vida. Después de este retiro todo cambio, mi amor por Dios y la iglesia crecía más, yo estaba cambiando. Empecé entonces a ser un servidor en los retiros Koinonía y así también escuché a Dios que me llamó a ayudar en mi parroquia. Comencé a servir en la parroquia siendo un voluntario, y más tarde ministro de hospitalidad, lector, acolito y otros ministerios. He servido y sigo siendo parte del Ministerio Hispano en la parroquia de Melrose. Me doy cuenta de que para ser un buen servidor necesito formación de manera constante y un corazón abierto a la palabra de Dios. Llevo procesando mi fe por un periodo de diez años

En una homilía dominical del Padre Omar, durante una misa en la parroquia de Melrose yo oí otra vez la voz de Dios a través de la voz del Padre, que hablaba del pecado mortal al ser parejas en concubinato y que no recibían el sacramento de matrimonio. Otra vez Dios me llamó a enmendar mi iglesia doméstica y vivir con él en el centro de nuestras vidas como familia. Cuando permito que Dios viva en mí y entra conmigo en mi hogar las cosas cambian. Mi esposa puede dar testimonio de que la alegría inundo nuestro hogar, mi carácter cambio, nos comunicamos mejor y entendimos lo que es vivir en Cristo. Desde que empezamos a ir a la parroquia, a la misa dominical, empecé a ver el sentido a la vida, Jesus es el centro de mi vida, entro a mi hogar, a mi corazón y nos trae paz.

Dentro de la parroquia observo que era necesario ser un servidor y ayudar a los sacerdotes con los diferentes ministerios, apoyar a los sacerdotes que no hablan el Español. Decido empezar a tomar una formación formal, aprender más de mi fe, atender mejor los ministerios. Quiero ser un mejor servidor como catequista, servir de mejor manera a mi comunidad de fe.

Decido seguir el llamado de Dios a ser Diácono después de una charla que el Diácono Ernie Kociemba nos da en una presentación especial en nuestra parroquia acerca de lo que significaba ser diácono, a través de su testimonio de vida, mi corazón empezó a inundarse de algo, era un deseo, por días escuche una voz. El diácono Ernie nos hizo saber entonces que el Obispo Donald Kettler, quería que los servidores Latinos siguiéramos el diaconado, y otra vez oí la voz de Dios, me invitaba a mí, a su hijo Jesús Hernández. Esa noche regresé a mi hogar y no podía conciliar el sueño, seguía esa voz ahí diciéndome, llamándome. Las palabras del Diácono Ernie estaban en mi cabeza, su testimonio fue vital, yo podía ser un servidor de Dios, yo escuchaba mi nombre claramente y quería decir, si aquí esta tu hijo para servirte Señor. Al tiempo hable con mi esposa, platicamos, discernimos lo comentamos con nuestros hijos y decidimos seguir juntos el camino al diaconado. Aquí vamos paso a pasito, creciendo en nuestra fe y listos al servicio. He tenido una gran experiencia de formación teológica, rica en sabiduría, y enseñanzas a través de capacitados profesores en el Instituto Emaús. Estoy terminando mi cuarto año de formación.

Mi sueño cuando se un diácono es ser un puente entre Dios y los que están sin conocerlo o alejados, quiero servir con la alegría que me da Dios, quiero ser ese puente que da paso para que todos los que quieran conocer a Dios vivan en su gracia y amor. Mi objetivo es llevar el amor de Dios a los que sufren y están afligidos.

  Share:

Author: The Central Minnesota Catholic

The Central Minnesota Catholic is the magazine for the Diocese of St. Cloud.

Leave a Reply

*