Del editor: Evangelización: Cuando las palabras hablan tan poderosamenta como las acciones

Disminución de la asistencia a misa. Menos personas afiliadas a una iglesia de cualquier tipo. Una sociedad cada vez más secular que desprecia la religión y los valores religiosos.

Por Joe Towalski

Últimamente he estado pensando mucho en algunas de las personas de la periferia de nuestra Iglesia y la sociedad: los desafiliados, los no afiliados, los perdidos, los quebrantados. ¿Cómo pueden llegarles las buenas nuevas de Jesucristo? ¿Cómo pueden experimentar el mismo gozo y esperanza que me da mi fe? ¿Cómo puedo compartir con ellos la belleza, la gracia y el poder transformador de la Eucaristía y otros sacramentos?

Sin duda, algunas personas son simplemente hostiles a cualquier mención de religión o fe. Pero hay muchos “buscadores” por ahí, algunos que ni siquiera están seguros de lo que están buscando. Otros nunca han sido invitados a considerar una vida en Cristo.

Entonces, la pregunta para cada uno de nosotros es: ¿Cómo puedo ser un evangelizador eficaz? La evangelización, después de todo, es el núcleo de la misión de la Iglesia.

Hay recursos que pueden ayudar. Cada mes, esta revista presenta historias sobre católicos locales que demuestran el poder que tiene la fe para cambiar vidas de manera positiva: sus propias vidas y las de quienes los rodean. Muchas parroquias y comunidades católicas del área ofrecen oportunidades de servicio y alcance en las comunidades locales. Son ocasiones de evangelización donde las acciones pueden hablar más poderosamente que las palabras.

Sin embargo, hay ocasiones en las que las palabras son necesarias, y esta es un área en la que parece que los católicos a menudo nos quedamos cortos.

Recuerdo una charla a la que asistí hace casi una década, donde el presentador enfatizó la importancia de conocer a las personas donde están y ofrecer un testimonio personal, verbal, de cómo mi propia relación con Cristo ha marcado una diferencia en mi vida. El presentador nos dio 15 minutos para crear un “testimonio” de tres minutos que luego compartimos con la persona sentada a nuestro lado.

Esto definitivamente estaba fuera de mi zona de comodidad, pero me impresionó mucho. Una de las mejores formas de evangelizar es a través de relaciones personales, con familiares, amigos y compañeros de trabajo. Si tomo en serio mi fe, y, por supuesto, lo hago, ¿cómo puedo hablar de este tema con los demás? ¿Cómo puedo compartir la fe con mis palabras y con mis acciones?

El presentador ofreció la historia del Evangelio de Jesús sanando al ciego como guía para ayudarnos a elaborar nuestro testimonio:

  • Primero, pregúntese: “¿Cómo era mi vida antes de mi relación personal con Jesús?” Quizás concéntrese en una instancia o tiempo en el que vivió su vida por otra cosa antes de vivirla para Jesús. (“Estaba ciego.”)
  • Luego, concéntrese en el encuentro con Jesús: ¿qué le llevó a querer que Jesús fuera una parte más importante de su vida? (“Jesús me sanó.”)
  • Finalmente, concéntrese en cómo cambió su vida después de esto. (“Ahora puedo ver.”)

Una vez que lo tenga escrito, practique compartirlo con otra persona. No es algo que deba memorizar. Pero la práctica regular le ayudará a internalizarlo y hacerlo suyo. Entonces, prepárese para compartir su testimonio con los demás cuando sea el momento adecuado.

Las acciones a menudo hablan más que las palabras. Pero habrá ocasiones en las que las palabras marcarán la diferencia.

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JOE TOWALSKI es el editor y director de comunicaciones de la Diócesis de St. Cloud.

Getty Images/wundervisuals

Author: Joe Towalski

Joe Towalski is the editor for The Central Minnesota Catholic Magazine.

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