Historias de vida: El obispo de la alegría

Por Yanira Cedeño
Maracay El Siglo

Desde los apacibles espacios de la Curia Diocesana de Maracay, el Excmo. Monseñor Rafael Ramón Conde Alfonzo, Obispo de Maracay, en una agradable entrevista nos narró lo que fueron sus inicios en la vida religiosa, la cual comenzó cuando en su época de monaguillo, muy jovencito, participaba en la celebración de la Eucaristía en la ciudad de Caracas, “ya que me llamaba la atención, me atraía y fue por eso por lo que quise ingresar al seminario siendo un niño todavía”.

Cuenta que nació “amorochado” con una hermana, en el sector de Montepiedad, de la capital caraqueña, donde vivió sus dos primeros años de vida. “Fuimos bautizados en la Iglesia Catedral y presentados en la jefatura civil de la parroquia Catedral, de manera que desde que nacimos hemos sido muy céntricos en cuanto a ubicación física territorial”, manifestó.

Faustino Pérez
Monseñor Rafael Ramón Conde Alfonzo, Obispo de Maracay.

Cuenta de su vida familiar que eran tres hermanos y que vivieron gran parte de su infancia en un sector de la capital llamado El Manicomio, “pero en la parte de afuera, y entonces ahí crecimos y vivimos allí toda la vida, donde hicimos amistades que afortunadamente han perdurado en el tiempo, pero que a lo largo de la vida ya algunos han fallecido o se han marchado por diversas razones”, dijo.

En su relato, por un instante reflejó algo de tristeza, al recordar que su hermana morocha había fallecido recientemente, hace 7 meses.

De su etapa estudiantil expresó que su primaria la hizo en una escuela llamada Enrique Chaumer, en Lídice. “Posteriormente comencé mis estudios de bachillerato en el Seminario, a los doce años, yo entré muy joven porque en esa época existía el bachillerato que llamaban Seminario menor y eso me trajo una gran ventaja porque durante 5 años yo estudié Latín y más tarde cuando terminé mis estudios fui enviado a Roma para estudiar derecho canónico, pues ya tenía conocimientos de latín, por eso no tuve dificultades en ingresar en la Universidad Gregoriana ya que las clases eran dadas en ese idioma, igualmente los exámenes tanto escritos como orales, después cambió la metodología y aceptaron el italiano”, contó el Monseñor Conde.

En su juventud se destacó por realizar constantes estudios, entre estos asistir “a un colegio llamado Latinoamericano, mejor dicho, era una residencia para estudiantes y allí había personas de toda América Latina, desde México hasta la Argentina y por ese motivo hablábamos casi siempre español y trajo como consecuencia que yo no aprendiera bien el italiano, lo domino sí, pero gramaticalmente cometo muchos errores, y eso tengo que reconocerlo”, expresó.

Retomando lo que fueron sus estudios superiores, cuenta que ingresó al Seminario mayor donde se instruyó en filosofía y teología, y al finalizar dichos estudios como no tenía la edad para ser ordenado, que eran 24 años y terminó de 22, fue enviado a Roma en el año 1965 por el cardenal Quintero a estudiar derecho canónico. “Allá estuve hasta el año 68, y cuando regresé a Venezuela fui ordenado sacerdote por el Cardenal José Humberto Quintero, que fue el primer Cardenal de Venezuela”.

Después de eso, manifestó el alto jerarca, que ejerció diversos cargos, “estuve en la Catedral de Caracas, primero como miembro de los canónicos, también trabajé desde el principio en el Tribunal Eclesiástico debido a mis estudios de derecho y también fui vicerrector y profesor de Derecho Canónico en el Seminario”.

Posteriormente fue nombrado rector de la Capilla del Parque Central; en el año ´75 fue nombrado párroco de la Catedral, donde permaneció por espacio de 15 años y en diciembre del´95 ocupó el cargo de Obispo Auxiliar de Caracas, tras ser nombrado por el Papa Juan Pablo II. “A los pocos días el Nuncio me llamó para preguntarme, por mandato de Roma, si yo aceptaba ser ordenado por el Papa, y así fue, efectivamente viajé a Roma y fuimos ordenados 14 obispos por el Papa San Juan Pablo II en la Basílica de San Pedro en Roma, éramos sacerdotes provenientes de diversas partes del mundo; de América Latina éramos tres, uno de Brasil, otro de Perú y yo. Y eso fue un privilegio, una gracia muy especial. Yo le agradezco a Dios porque fue algo muy solemne y una verdadera bendición. Ese evento fue el 6 de enero de 1996, de manera que ya tengo 21 años como Obispo”.

Señaló que “estoy muy feliz aquí en Maracay, pues he sentido el apoyo no solo de los sacerdotes, sino también de muchos fieles que trabajan en grupos de apostolados o individualmente, pero que se sienten cercanos a la Iglesia y que dan testimonio de su fe”.

Lema anecdótico

“Si hablamos de anécdota, yo diría que mi lema episcopal es una anécdota, porque cuando uno es elegido Obispo, uno elige una frase normalmente tomada del Evangelio de las Sagradas Escrituras, que se convierte como en un proyecto de vida en el ejercicio del ministerio, y como no tenía pensado que iba a ser elegido Obispo le pregunté al Cardenal Lebrún, que para el año 96 era el Arzobispo de Caracas, qué me sugería como lema y me contestó: “Chico, tú eres canonista, estudiaste derecho canónico, así que tú puedes elegir ‘Caminaré en presencia del Señor’, el cual también es un canto religioso, que se interpreta muchas veces en la liturgia. Pero en verdad no me satisfizo mucho porque no quería relacionarlo con el derecho sino más bien con mi apostolado futuro. Entonces hubo una reunión del clero allá en el Seminario de Caracas, como solía haber mensualmente, y los que querían quedarse a almorzar ahí lo hacían. Yo me quedé a almorzar ese día en el comedor del Seminario y aún vacilante sobre cuál iba a ser mi lema, apenas entré al comedor ví que habían puesto un cartel que decía: “Siempre Alegres en el Señor”, que es una frase de San Pablo a los filipenses en el Capítulo IV, y apenas la leí me dije, “ése va a ser mi lema”, y fue el que escogí”.

Para finalizar, el Obispo de Maracay, Rafael Conde, dijo: “Le doy gracias a Dios porque siempre he sentido su presencia, su protección, su cercanía y solamente le pido que me permita mantenerme fiel hasta el final”.

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