Por Cindy Wooden | Catholic News Service
VATICAN CITY (CNS) — El llamado a la fe en Jesús siempre es un llamado al servicio y la misión, dijo el Papa Francisco a los seminaristas, sacerdotes y personal del Pontificio Colegio Norteamericano.
“Cada vez que Jesús llama a hombres y mujeres, siempre lo hace para enviarlos, en particular a los vulnerables y marginados de la sociedad, a quienes no solo estamos llamados a servir, sino de quienes también podemos aprender mucho”, dijo el papa el 14 de enero.
El Colegio Norteamericano, un seminario en Roma patrocinado por los obispos de Estados Unidos, tiene 116 estudiantes de 55 diócesis.
Monseñor Thomas W. Powers, rector del seminario, le dijo al Papa Francisco: “Los jóvenes generosos que ve frente a usted quieren ser como Jesús, el buen pastor. Saben que el Señor usará sus ojos para buscar a los que sufren; sus bocas para predicar su Palabra, consolar a los afligidos y hacerlo presente en la Eucaristía, sus manos para dar fuerza a los enfermos y moribundos y sanar a los oprimidos por el pecado; y sus pies para ir a las periferias para llevar a casa a la oveja descarriada”.
El Papa Francisco señaló que los años de los estudiantes en Roma coinciden con “el camino sinodal que toda la Iglesia está realizando en este momento, un camino que implica escuchar — al Espíritu Santo y a los demás — para discernir cómo ayudar al santo pueblo de Dios para que vivan su don de comunión y se conviertan en discípulos misioneros”.
El mismo “desafío y tarea” se encomienda a quienes se preparan para la ordenación, dijo. “La gente de hoy necesita que escuchemos sus preguntas, sus angustias y sus sueños para que podamos conducirlos mejor al Señor, que reaviva la esperanza y renueva la vida de todos”.
El Papa Francisco usó la historia evangélica del llamado de Andrés y Simón Pedro para ilustrar lo que dijo que son tres elementos “esenciales para la formación sacerdotal: diálogo, comunión y misión”.
Cuando Jesús se da cuenta de que Andrés y otra persona lo seguían, les preguntó qué buscaban y los invitó a ir a ver dónde se alojaba.
“A lo largo de sus vidas, y especialmente a lo largo de este tiempo de formación del seminario”, dijo el papa a los seminaristas, “el Señor entra en un diálogo personal con ustedes, preguntándoles qué es lo que buscan e invitándoles a ‘venir y ver’, para hablar con él desde sus corazones y entregarse a él con confianza en la fe y el amor”.
La oración diaria, la meditación de las Escrituras y la oración “en silencio ante el tabernáculo” son esenciales para construir una relación personal con el Señor, aprender a escuchar su voz y descubrir “cómo servirlo a él y a su pueblo con generosidad y de todo corazón”, dijo el papa.
“Al permanecer con Jesús, los discípulos comenzaron a aprender, de sus palabras, gestos e incluso de su mirada, lo que realmente le importaba y lo que su Padre lo había enviado a proclamar”, dijo. “De manera similar, el camino de la formación sacerdotal exige una comunión constante: primero con Dios, pero también con los que están unidos en el cuerpo de Cristo, la Iglesia”.
El papa pidió a los seminaristas que “mantengan los ojos abiertos tanto al misterio de la unidad de la Iglesia, manifestada en la diversidad legítima pero vivida en la unidad de la fe, como al testimonio profético de la caridad que la Iglesia, particularmente aquí en Roma, expresa a través de sus actos concretos de atención a los necesitados”.
Testimoniar y participar en ese servicio, dijo, “los ayudará a desarrollar ese amor fraterno capaz de ver la grandeza del prójimo, de encontrar a Dios en cada ser humano, de tolerar las molestias de la vida en común”.
El Papa Francisco oró para que los estudiantes “siempre sean signos de una Iglesia en salida, compartiendo la presencia, la compasión y el amor de Jesús con nuestros hermanos y hermanas”.