Por Cindy Wooden | Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Incluso los creyentes más fervientes pasan por momentos de duda y cuestionamiento acerca de Dios, y eso es algo bueno, manifestó el papa Francisco, porque nos ayuda a ver que Dios no encaja en el marco establecido por la gente.
La duda “nos ayuda a comprender que Dios es siempre más grande de lo que imaginamos. Sus obras son sorprendentes frente a nuestros cálculos; sus acciones son diferentes, siempre, superan nuestras necesidades y expectativas; y por eso, nunca debemos dejar de buscarlo”, expresó el Santo Padre a las personas que se unieron a él para la oración del Ángelus el 11 de diciembre.
La gente enfrenta una “tentación constante: crear un Dios a nuestra medida, un Dios para usar”, señaló el Sumo Pontífice. Sin embargo, “Dios es otra cosa”.
El papa Francisco habló sobre la lectura del Evangelio del día sobre cómo Juan el Bautista, mientras estaba en prisión, envió seguidores a preguntarle a Jesús si él era el Mesías a pesar de que Juan había bautizado a Jesús anteriormente en el Jordán.
Con unas 25,000 personas reunidas en la Plaza de San Pedro para la oración del mediodía, el papa dijo que a veces las personas se encuentran en una “cárcel interior”, incapaces de reconocer al Señor o incluso tratando de mantenerlo “cautivo” en ideas preconcebidas sobre quién Dios debe ser.
“Queridos hermanos y hermanas, uno nunca sabe todo acerca de Dios, ¡nunca!” dijo. “Quizás tenemos en mente un Dios poderoso que hace lo que quiere, en lugar del Dios de la humilde mansedumbre, el Dios de la misericordia y del amor, que siempre interviene respetando nuestra libertad y nuestras elecciones”.
Y, dijo, es una tentación pensar que uno también sabe todo acerca de otras personas, usando los propios prejuicios “para colocar etiquetas rígidas a los demás, especialmente a aquellos que sentimos que son diferentes a nosotros”.
El Sumo Pontífice dijo que adviento es un tiempo para dejarse llevar y dejarse sorprender por Dios.
Especialmente cuando las familias preparan un pesebre o van a ver uno instalado en algún lugar, acotó, es una ocasión para pensar en quién es realmente el Señor y cómo imitarlo en la vida diaria.
“El adviento es un tiempo en el que, en lugar de pensar en dones para nosotros mismos, podemos dar palabras y gestos de consuelo a los que están heridos, como lo hizo Jesús con los ciegos, los sordos, y los cojos”, dijo el papa.
Después de recitar el rezo del Ángelus, el papa Francisco bendijo las figurillas del niño Jesús que cientos de niños habían traído a la plaza en preparación para colocarlas en casa o en la escuela.
Pidió a los niños “rezar ante el pesebre para que la Navidad del Señor traiga un rayo de paz a los niños de todo el mundo, especialmente a los que se ven obligados a vivir los días terribles y oscuros de la guerra, esta guerra en Ucrania que destruye muchas vidas, tantas vidas, y tantos niños”.