La fraternidad como cuestión provida: Academia publica reflexiones teológicas

Por Cindy Wooden | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Si “libertad, igualdad y fraternidad” son esenciales para la prosperidad humana, como ha sido generalmente aceptado en Occidente desde la época del movimiento de la Ilustración, entonces el último elemento necesita tanta atención como los dos primeros, incluso en la teología católica, dijeron los líderes de la Pontificia Academia para la Vida.

La Academia ha puesto en marcha un proceso de investigación teológica y de debate interdisciplinar sobre la fraternidad y, a finales de marzo, publicó un libro de ensayos teológicos en italiano con el título “Empezar por los muchos. Horizontes del pensamiento fraterno”.

El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la academia, dijo en la presentación del libro el 27 de marzo que la academia no tiene intención de alejarse de su enfoque tradicional en cuestiones de bioética, pero también ha sido llamada por el Papa Francisco para involucrar a científicos, teólogos y éticos en la mirada a “la vida entendida de una manera muy amplia”.

El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida, a la izquierda, junto al cardenal luxemburgués Jean-Claude Hollerich, Andrea Monda, director del periódico vaticano, y el padre Pierangelo Sequeri, profesor de teología en el Pontificio Instituto Teológico Juan Pablo II de Roma para las Ciencias del Matrimonio y de la Familia, posan para una fotografía el 30 de marzo de 2023, en la presentación del libro “Comenzando por los muchos. Horizontes del pensamiento fraterno”. (Foto CNS /Cindy Wooden)

Dieciocho meses antes de publicar su encíclica “Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social”, el Papa Francisco había escrito a la Pontificia Academia para la Vida, afirmando que “la fraternidad sigue siendo la promesa incumplida de la modernidad”.

En la carta, hablaba de la misión de la Iglesia de ayudar a todas las personas a “ver nuestra familia humana como un signo de la vida abundante de Dios Padre y la promesa de un destino común redimido por el amor infinito que incluso ahora lo sostiene en el ser”.

En “Fratelli Tutti”, el Papa Francisco escribió sobre las conexiones que faltan en la promoción de “libertad, igualdad y fraternidad”, señalando que “la fraternidad no es sólo resultado de condiciones de respeto a las libertades individuales, ni siquiera de cierta equidad administrada. Si bien son condiciones de posibilidad no bastan para que ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que ofrecer a la libertad y a la igualdad”.

“La amistad social y la fraternidad universal”, escribió, exigen necesariamente “percibir cuánto vale un ser humano, cuánto vale una persona, siempre y en cualquier circunstancia”.

Pero, como escribió la teóloga Isabella Guanzini en “Empezar por los muchos”, mientras que la libertad y la igualdad pueden garantizarse por ley, la fraternidad es más bien una “obligación moral” que un Estado puede fomentar, pero no forzar.

La llamada a la fraternidad, escribió, responde a la “profunda necesidad de vínculos y pertenencia” que sienten las personas, especialmente en una época de conexiones superficiales y virtuales.

El Papa pide algo más que “las desviaciones tribalistas de las microagrupaciones sociales”, donde la gente se siente segura con personas afines, dijo Guanzini. La visión es la del Evangelio, la de reconocer a todas las personas como hermanos y hermanas creados por Dios y a los que se ofrece la redención a través de Jesús.

El cardenal de Luxemburgo Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo de los Obispos, afirmó que, para transmitir su mensaje, la Iglesia debe cambiar su forma de actuar, hablar y relacionarse con los demás. Ese cambio es especialmente necesario si la Iglesia tiene alguna esperanza de llegar a los jóvenes en unas sociedades cada vez más secularizadas.

“Nuestra predicación ya no es comprendida por la gente”, dijo el cardenal. “La secularización avanza rápidamente, se puede ver sobre todo en nuestros países del Benelux, quizá menos en Italia, pero también allí si se miran las estadísticas, que muestran que el catolicismo es cada vez más débil”.

La llamada al cambio “no significa que la verdad que predicamos ya no sea verdad”, puntualizó; simplemente significa reconocer la necesidad de proclamar esa verdad de una manera que pueda tocar los corazones hoy.

El proceso de escucha llevado a cabo en todo el mundo para el sínodo sobre la sinodalidad ha dejado claro que la gente sigue interesada en el Evangelio y en la Iglesia, dijo el cardenal Hollerich, pero “quieren una Iglesia que actúe como lo hizo Jesús y, creo, que para nosotros es necesario hacerlo para nuestra propia conversión”.

Tal acción, dijo el cardenal, es la única manera de llegar a los jóvenes, “que no están en nuestras iglesias” y que a menudo ven la religión más como parte de los problemas del mundo que como portadora de las respuestas que buscan.

En “Fratelli Tutti”, dijo, el Papa Francisco dedicó varias páginas a la parábola del buen samaritano e insistió en que detenerse ante el hombre herido al borde del camino, curar sus heridas y utilizar su propio dinero para garantizar la atención continua del hombre es un ejemplo y una llamada a la fraternidad universal.

Hoy, dijo el cardenal, la Iglesia debe ser el buen samaritano, deteniéndose a atender a los heridos, aturdidos y confusos, entablando una relación con ellos y cuidándolos.

“Debemos dejar de responder a preguntas que nadie hace”, dijo el cardenal Hollerich. “Debemos escuchar y luego ponernos a trabajar porque la humanidad nos necesita”.

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Author: Catholic News Service

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