El próximo sínodo mundial es una oportunidad para unir al pueblo de Dios

¿QUÉ ES EXACTAMENTE UN “SÍNODO”?

En términos más generales, “sínodo” significa una reunión, un “encuentro” en el camino o viaje. Es una palabra antigua que tiene una vida especial y fascinante dentro de la Iglesia.

Por David Fremo

En septiembre de 1965, el Papa San Pablo VI emitió un “motu proprio,” que fue una acción papal oficial para establecer el Sínodo de los Obispos para la Iglesia Universal. Inspirándose en el espíritu de renovación que animó a la Iglesia en el Concilio Vaticano II, el sínodo se convirtió en un camino permanente para que el Papa y los obispos del mundo estuvieran más estrechamente unidos en su propósito, y para que la Iglesia misma estuviera más informada y receptiva a las necesidades del mundo.

En términos prácticos, el Papa podría convocar a un sínodo cada vez que lo considere oportuno, determinando el lugar, quiénes acudirán y los temas de discusión. Como un concilio, un sínodo está asentado en la oración y el propósito, y es un tiempo dedicado para escuchar y aprender. Los sínodos pueden concluir con acciones o enseñanzas específicas para ser adoptadas por la Iglesia, pero no necesariamente sucede esto.

El Papa Francisco ha utilizado numerosamente el Sínodo de los Obispos desde su elección en 2013, especialmente en los temas de la familia (2014), la juventud (2015) y la Iglesia Pan amazónica (2019). En estos sínodos, él ha llamado especialmente a la participación de todo el Pueblo de Dios, en reconocimiento a su dignidad y ministerio compartido en la vida de la Iglesia. Al anunciar este sínodo actual, el Papa se basó en las palabras de “Lumen Gentium”, un documento del Vaticano II, y señaló que el Pueblo de Dios debe ser consultado particularmente ya que “también comparte el oficio profético de Cristo”.

Desde el principio, el cristianismo ha sido moldeado por los fieles que se unieron para escucharse y aprender unos de otros, especialmente en tiempos difíciles. Sabemos que San Pablo y sus compañeros se reunieron con San Pedro y Santiago en Jerusalén para determinar un camino a seguir en el ministerio dirigido tanto a los judíos como a los gentiles.

A medida que la fe crecía, también crecían las diferencias y las nuevas ocasiones para tratar de comprenderlas. Los líderes y sus representantes convocaron reuniones, a menudo llamadas concilios y, a veces, sínodos, para abordar problemas y determiner soluciones de trabajo. El Concilio de Nicea (325 d.C.) marcó el primero de siete concilios ecuménicos, y tuvo lugar solo unos años después de la legalización del cristianismo. Durante los siguientes siglos, estos concilios darían forma a la doctrina y a la organización de la Iglesia, permitiendo a los obispos estar unidos en la fe y, al mismo tiempo, ser apropiadamente autónomos en el cuidado de sus propias regiones.

La importancia de este nuevo sínodo no debe subestimarse. Es el primero de su tipo en la historia de la Iglesia.

Al igual que el Concilio Vaticano II, que lo ha moldeado de esta manera, el Papa Francisco tiene como objetivo ver este sínodo actual como un catalizador para poder emprender un nuevo camino hacia adelante, uno en el que la Iglesia se renueva efectivamente y el Pueblo de Dios se acerca más entre sí de tres maneras significativas: comunión, participación y misión. Al inaugurar el sínodo, el Papa declaró: “Quiero decir nuevamente que el sínodo no es un parlamento ni una encuesta de opinión; el sínodo es un acontecimiento eclesial y su protagonista es el Espíritu Santo. Si el Espíritu no está presente, no habrá sínodo”.

¿QUÉ SIGNIFICA ESTO PARA LA DIÓCESIS DE ST. CLOUD?

En las próximas semanas, el Equipo del Sínodo de la Diócesis se pondrá en contacto con las comunidades católicas de área (ACC), parroquias, escuelas, ministerios y demás organizaciones para iniciar consultas con la gente, compartiendo recursos y herramientas para ayudar a comenzar el proceso. Dado que la actividad central del sínodo es escuchar, será especialmente importante crear oportunidades para que las personas generen confianza y compañerismo.

Desde el principio, el Papa Francisco ha dejado claro que debemos esforzarnos para incluir a la mayor cantidad de personas posible, especialmente a los más vulnerables, marginados, descontentos o desafiliados con la Iglesia. Se nos pide que nos aseguremos de que nuestros esfuerzos sean auténticos, honestos y abiertos para que todas las personas compartan sus experiencias y sueños por igual. Se prevé que las consultas adopten muchas formas: oración, peregrinaje, comidas compartidas, celebraciones, actividades sociales y más. También habrá opciones para conectarse en persona y en línea.

Esta primera fase del Sínodo concluirá en abril de 2022, momento en el que el Equipo del Sínodo de la Diócesis compilará un documento, una síntesis de la escucha de la fase continental del sínodo, que comienza en septiembre de 2022. Pero este no es en modo alguno un trabajo exclusivo de lo que está por venir.

En sus palabras de apertura del sínodo, el Papa Francisco llamó a este evento una oportunidad para “convertirse en una Iglesia de cercanía”, para volver “al propio ‘estilo’ de Dios, que es de cercanía, compasión y amor tierno”. Citando al teólogo Yves Congar del Concilio Vaticano II, dijo, “no hay necesidad de crear otra Iglesia, sino de crear una Iglesia diferente”, una que esté “abierta a la renovación que Dios quiere sugerir”, capaz de atraer y juntar a todo el Pueblo de Dios en el camino.

Nos embarcamos en un viaje verdaderamente histórico en este sínodo. Y hay espacio disponible para todos.

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DAVID FREMO es director de la Oficina de Ministerios de Educación Católica de la diócesis. También se desempeña como persona de enlace para el sínodo diocesano.

 

 

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Author: The Central Minnesota Catholic

The Central Minnesota Catholic is the magazine for the Diocese of St. Cloud.

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