Los jóvenes Latinos hablan, opinan y alguien escucha sus sueños con la iglesia

Por Padre Gabriel Walz
El Visitante

El Domingo 24 de Septiembre de 2017, el clero y los líderes laicos y muchos de sus familiares de toda la Diócesis de St. Cloud se reunieron en la ciudad de St. Cloud para nuestro V Encuentro 2017. Muchos dentro de nuestra diócesis se reunieron para un propósito común, conocernos, vernos, oírnos. Me asombré de los cientos de personas que se reunieron, agradecido a Dios de que yo me contaba entre ese grupo.

De todas las actividades y temas de discusión ese día, hubo una cosa en particular que ha continuado haciendo eco en mi corazón. Varios de los jóvenes Latinos de nuestra diócesis formaron dos grupos de discusión. De esos dos grupos, emergieron algunos puntos importantes, (que me han ayudado a comprender su situación particular de una manera más profunda). Solo uno de estos puntos es el tema principal de este artículo: la petición de formar grupos juveniles claramente Latinos en nuestra diócesis.

Los estudiantes de secundaria y universitarios participan en discusiones en grupos pequeños durante el evento V Encuentro del 24 de Septiembre en el River’s Edge Convention Center en St. Cloud. (Foto de Dianne Towalski)

La joven, hablando en nombre del grupo más grande de jóvenes, habló de la necesidad y el deseo de formar grupos de jóvenes católicos dentro de las comunidades Latinas de nuestras parroquias que respondan con las circunstancias y necesidades únicas de nuestros jóvenes Latinos. Sus palabras dieron voz a un creciente deseo en mi corazón de ayudar a los jóvenes de nuestras parroquias.

Desafortunadamente, a veces las personas parecen pensar en nuestra fe católica como si fuera una colección de leyes y reglas estériles que usted necesita memorizar y obedecer, o de lo contrario, se le amenaza con la condenación eterna. O al menos, creo que esto es lo que a veces se comunica a nuestra juventud. Por supuesto, cada mentira creíble se forma alrededor de algún rayo de la verdad. Hay leyes y reglas que estamos llamados a obedecer. Pero el engaño es que ese es el alcance de nuestra fe. Esta mentira busca esterilizar la fe.

Imagina un deporte que disfrutas; podría ser béisbol, fútbol, baloncesto, o uno de muchos otros deportes. ¿Cómo te enamoraste de ese juego? ¡Piénsalo! ¿Te enamoró ese deporte leyendo primero el manual completo de reglas para el juego? ¡Por supuesto que no! Primero experimentaste la alegría del juego. ¡Pero hay reglas para ese juego! Si no hubiera reglas en el béisbol, el bateador podría comenzar a correr las bases antes de que el lanzador llegue al montículo. Sin reglas, un tiro libre podría contar por 1000 puntos. Y, sin reglas, ¿qué es lo que mantendrá a los equipos jugando en la Copa del Mundo de solo empezar una pelea de puños en medio del juego? Y, si realmente disfrutas del juego, es probable que también hayas aprendido muchas de las reglas que rigen ese juego, (ya sea que te hayas dado cuenta o no).

Al tener reglas claramente definidas, los atletas pueden tener un tipo de libertad al saber que ellos y sus oponentes tendrán el mismo estándar. Pero, ¿te imaginas enamorarte de un deporte leyendo primero el reglamento?

Poner nuestros esfuerzos en explicar las reglas puede ser menos efectivo que colocar la misma energía en dar a conocer a un Jesús vivo entre nosotros. Una vez que el deseo del Señor se enciende en el corazón, seguirlo se convierte en un impulso natural. La evangelización necesariamente precede a la catequesis. Es decir, antes de que esté listo para aprender sobre la doctrina y los detalles íntimos de la fe, primero debo encontrar a Jesucristo. ¿Quién es este Jesús? ¿Quién es Él en relación conmigo? ¿Personalmente lo he encontrado? ¿Tengo un deseo de conocerlo más profundamente?

Puede ser que dentro del contexto de los grupos de jóvenes, y con la ayuda de retiros y oportunidades de misión, podamos ayudar a mediar en el encuentro entre Jesucristo y nuestra juventud. Los jóvenes de nuestras parroquias son una parte muy importante de la misión que compartimos en Cristo (Mateo 28: 18-20). Que Dios les bendiga y les guarde en este tiempo de oración y preparación cuaresmal.

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