Por Justin McLellan, Catholic News Service
CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — Aislar a Siria de la comunidad internacional mediante sanciones “no beneficia a nadie” y complica los esfuerzos de ayuda a los millones de personas que se han quedado sin hogar tras los sismos que asolaron el país, afirmó un alto funcionario del Vaticano que visitó Turquía y Siria.
“Todavía estamos en medio de esta tragedia porque no es seguro que los temblores hayan terminado”, dijo el Arzobispo Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, en una entrevista publicada el 23 de febrero por el departamento de comunicaciones del Vaticano.
El arzobispo viajó a Siria y Turquía del 17 al 21 de febrero para expresar la cercanía del Papa Francisco a las víctimas del sismo y coordinar los esfuerzos de ayuda a la región. Se reunió con organizaciones católicas de ayuda y congregaciones religiosas que trabajan sobre el terreno, así como con los líderes de las comunidades católica, ortodoxa y musulmana de la región.
Mientras que la ayuda en Turquía puede estar más organizada gracias a la cooperación con el gobierno turco, dijo el Arzobispo Gugerotti, Siria es un “país roto”, paralizado por más de una década de guerra y sanciones, lo que hace casi imposible la supervisión de la ayuda.
Describió la larga espera necesaria para obtener un visado para entrar en el país y dijo que las transferencias de dinero son “imposibles” debido a las sanciones internacionales que se reforzaron en 2011.
En un encuentro con sacerdotes y monjes de varias iglesias ortodoxas el 23 de febrero, el Papa Francisco rezó para que las sanciones no impidan que la ayuda urgente llegue a las víctimas del sismo en Siria.
El Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció el 10 de febrero una exención de 180 días de sus sanciones a Siria para “todas las transacciones relacionadas con los esfuerzos de ayuda tras el sismo”, aunque los analistas señalaron que los efectos a largo plazo que las sanciones han tenido en las infraestructuras del país son probablemente el mayor problema para la distribución de ayuda en Siria.
El arzobispo pidió a los países que contribuyen al aislamiento internacional de Siria que consideren “no sólo el fin político” de sus políticas, sino también “el bien concreto de las personas que viven en el país”.
“Hemos destruido una realidad, no hemos construido la democracia”, afirmó. “Cuando trabajamos para cambiar una situación política” y no funciona, las naciones deben preguntarse “¿cuál es la alternativa? Porque la alternativa es el caos”.
Gran parte del territorio afectado por el sismo en Siria está controlado por grupos rebeldes a través de los cuales debe pasar la ayuda para llegar a su destino, pero algunos grupos bloquean la ayuda por completo. El Arzobispo Gugerotti dijo que los países que proporcionan ayuda a través de estos grupos “no verifican dónde va este dinero y a quién”.
Allí donde el gobierno es incapaz de proporcionar ayuda organizada, intervienen las comunidades religiosas. El Arzobispo Gugerotti citó la labor de una comunidad franciscana del norte de Siria que encuentra canales “más o menos legales” para hacer llegar la ayuda, sin la cual, dijo, “la gente no tendría nada”.
Durante su viaje por la región, el arzobispo visitó también una mezquita de Damasco que acogió a familias que perdieron sus casas en la catástrofe y donde se encontró con bebés nacidos durante los sismos.
Afirmó que en todo el país cristianos y musulmanes se consuelan con la misma frase pronunciada en distintos idiomas: “Esto ha pasado, esperemos en Dios”.