Papa comparte ideas con editores jesuitas sobre guerra, Vaticano II

Por Cindy Wooden | Catholic News Service

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El papa Francisco les dio a editores de 10 revistas jesuitas un vistazo de cómo toma decisiones, los antecedentes de uno de sus comentarios más controversiales sobre la guerra en Ucrania, y una noción de lo que él ve como un rechazo de algunos obispos a aceptar las enseñanzas del Segundo Concilio Vaticano.

Reunido en mayo con editores de revistas europeas, el Santo Padre respondió a seis preguntas sobre sus preocupaciones por la Iglesia Católica y el mundo. Las revistas publicaron una transcripción de su conversación el 14 de junio.

Dos semanas antes de reunirse con los editores, el papa Francisco había creado gran conmoción cuando un periódico italiano lo citó preguntándose si el presidente ruso, Vladimir Putin, inició la guerra contra Ucrania porque sintió que “la OTAN ladraba en la puerta de Rusia”. Numerosos medios de comunicación concluyeron que el papa pensaba que la OTAN era, al menos en parte, responsable de la guerra.

El Sumo Pontífice les dijo a los editores que la cita provino de un jefe de estado que lo visitó “un par de meses antes de la guerra”.

El papa Francisco se reúne con editores de 10 revistas jesuitas europeas y el padre Arturo Sosa, superior general de los jesuitas, el 19 de mayo de 2022, en la biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. El papa respondió a preguntas de los editores sobre la guerra en Ucrania, el estado actual de la Iglesia Católica y cómo toma decisiones cuando una diócesis está experimentando problemas. (Foto CNS/Vatican Media)

“Me dijo que estaba muy preocupado por la forma en que se estaba manejando la OTAN. Le pregunté por qué y me dijo: ‘Están ladrando a las puertas de Rusia. No entienden que los rusos son imperialistas y no permitirán que ninguna potencia extranjera se acerque a ellos”. Concluyó que “la situación podría conducir a la guerra”.

“Esta era su opinión”, expresó el papa. “Ese jefe de estado pudo interpretar los signos de lo que estaba ocurriendo”.

Para entender lo que está pasando y detener la guerra, señaló, “tenemos que alejarnos del patrón normal de ‘Caperucita Roja’: Caperucita Roja era buena y el lobo era el malo. Aquí hay no hay buenos ni malos metafísicos, en un sentido abstracto. Está surgiendo algo global, con elementos que están muy entrelazados”.

“Alguien puede decirme en este momento: ¡Así que eres pro-Putin! No, no lo soy”, expuso el papa. “Sería simplista y erróneo decir tal cosa. Simplemente estoy en contra de reducir la complejidad a la distinción entre los buenos y los malos sin razonar sobre las raíces y los intereses, que son muy complejos. Mientras vemos la ferocidad, la crueldad de las tropas rusas, no debemos olvidar los problemas reales si queremos que se resuelvan”.

Frente a esa crueldad, explicó, el mundo ha sido testigo del “heroísmo del pueblo ucraniano”, pero todos deben recordar que “lo que tenemos ante nuestros ojos es una situación de guerra mundial, de intereses globales, de venta de armas y de apropiación geopolítica, que es martirizante para este pueblo heroico”.

El papa Francisco agregó que si bien él y el patriarca ortodoxo ruso Kirill de Moscú, que apoya a Putin, cancelaron una reunión en el Líbano prevista para mediados de junio, espera reunirse con el patriarca en el Congreso Mundial de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Kazajstán el 14 y 15 de septiembre y “hablar un poco con él como pastor”.

Una parte sustancial de la conversación del Santo Padre con los editores jesuitas se centró en los signos de una nueva vida en la Iglesia Católica y los signos de que algunas personas están atrapadas en el pasado lejano.

“El concilio que algunos pastores recuerdan mejor es el de Trento” en el siglo XVI, indicó el papa, y agregó que no estaba bromeando. “Lo que estoy diciendo no es una tontería”.

“El restauracionismo ha venido a amordazar al (Segundo Vaticano) Concilio”, dijo. “El número de grupos de ‘restauradores’ — por ejemplo, en Estados Unidos hay muchos — es significativo” y muestra cómo la enseñanza y la reforma del Vaticano II “todavía no han sido aceptadas”.

Las luchas para aceptar el Concilio y vivir la fe de manera concreta, en formas nuevas y creativas, han sido evidentes durante décadas, manifestó el papa, ilustrando su punto hablando de lo que observó dentro de la Compañía de Jesús en la década de 1970, cuando el padre jesuita Pedro Arrupe era superior general.

“Un jesuita de la provincia de Loyola (en España) era particularmente agresivo con el padre Arrupe. Lo enviaron a varios lugares e incluso a Argentina, y siempre causaba problemas”, sostuvo el papa. “Él me dijo una vez: ‘Eres alguien que no entiende nada. Pero los verdaderos culpables son el padre Arrupe y el padre (Jean-Yves) Calvez. El día más feliz de mi vida será cuando los vea colgados de la horca en la Plaza de San Pedro'”.

“¿Por qué les estoy contando esta historia?” preguntó el Santo Padre. “Para que se entienda cómo fue el período posconciliar. Esto está ocurriendo nuevamente, especialmente con los tradicionalistas. Por eso es importante salvar a estas figuras que defendieron el concilio y la fidelidad al papa”.

Sin embargo, dijo el papa, no todo vale.

El padre jesuita Stefan Kiechle, editor de la revista alemana Stimmen der Zeit, preguntó sobre la visión del papa sobre el camino sinodal de Alemania, que algunos críticos han afirmado que transformaría a la iglesia en una denominación protestante.

El papa Francisco expuso que le había dicho al obispo Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana: “En Alemania hay una iglesia evangélica muy buena. No necesitamos dos”.

“El problema surge cuando el camino sinodal proviene de las élites intelectuales, teológicas, y está muy influenciado por presiones externas”, dijo el papa. Sin embargo, también reconoció que “hay algunas diócesis donde el camino sinodal se está desarrollando con los fieles, con el pueblo, lentamente”.

El padre Kiechle también preguntó sobre las continuas tensiones sobre el manejo de casos de abuso y sobre las finanzas en la Arquidiócesis de Colonia y sobre su presidente, el cardenal Rainer Maria Woelki.

“Cuando la situación estaba muy turbulenta, le pedí al arzobispo que se fuera por seis meses, para que las cosas se calmaran y pudiera ver con claridad. Porque cuando las aguas están turbulentas no puedes ver con claridad”, dijo el papa. Cuando el cardenal regresó a la arquidiócesis a principios de marzo, “le pedí que escribiera una carta de renuncia”, pero lo dejó en el cargo mientras veía cómo evolucionaba la situación.

“Lo que pasa es que hay muchos grupos de presión, y bajo presión no se puede discernir”, dijo el papa Francisco. “Para poder discernir, estoy esperando hasta que no haya presión. El hecho de que haya diferentes puntos de vista está bien. El problema es cuando hay presión. Eso no ayuda”.

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Author: Catholic News Service

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